La encrucijada socialista

El PSOE, en convalescencia

La gestora negocia bien con el PP, pero no ha logrado suavizar la grave crisis interna en el partido

Javier Fernández, presidente de la gestora, el viernes durante el homenaje a Pablo Iglesias, fundador del PSOE.

Javier Fernández, presidente de la gestora, el viernes durante el homenaje a Pablo Iglesias, fundador del PSOE. / periodico

JOAN TAPIA

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Hoy se vuelve a reunir el comité federal del PSOE y es hora de hacer un primer balance de la gestora, de tan mal inicio tras la forzada dimisión de Pedro Sánchez. Y el dictamen solo puede ser ambivalente. La gestora lo está haciendo bien, o bastante bien, respecto a la gobernación de España, pero ha avanzado poco, o nada, en la pacificación interna que permita elegir a un líder que relance el partido en las primarias de mayo o junio. 

Vamos a la gobernación. El PSOE ha permitido con su voto a favor del techo de gasto que España siga siendo fiable en la UE y que no genere inquietud en los mercados. Y a cambio ha logrado contrapartidas como la subida del salario mínimo subida del salario mínimoen nada menos que el 8%. Subir el salario mínimo no es la panacea, incluso puede ser contraindicado con un paro alto. Pero con el PIB creciendo el doble que en la UE y creándose empleo, es un potente instrumento contra la desigualdad y recuerda que la competitividad exige contención salarial pero no su hundimiento. 

Y es curioso. Quizá un gobierno del PSOE en minoría no hubiera podido decretar el aumento del 8% sin que toda la derecha -política, económica y mediopensionista- se rasgara las vestiduras. Impuesta al PP, ni Aznar la ha atacado directamente.

Por otra parte, en alianza con Podemos, o con C’s, o con los dos, el PSOE está haciendo que el PP rectifique las medidas más extremas de su mayoría absoluta: LOMCE, 'ley mordaza'… Aunque quedan asuntos delicados e importantes como la revisión de la reforma laboral -que pese a sus inconvenientes ha dado frutos- y los presupuestos del 2017. Pero tanto el presidente de la gestora y de Asturias, Javier Fernandez, como el líder parlamentario, Antonio Hernando, colaborador estrecho de Sánchez hasta hace poco, han tenido cintura y capacidad de negociación.

EL FRENTE INTERNO, ABIERTO

Pero el balance  es deficiente en el frente interno. Con un partido dividido fue un error -que solo sirvió para aumentar la crispación- ordenar la abstención de todos los diputados. Rajoy salía solo con la abstención (¿voluntaria?) de unos cuantos. Y la división de aquel voto, sumada al espectáculo del dantesco y televisado comité federal de otoño, son hipotecas con duras cláusulas suelo. Se sigue hablando de la candidatura de Pedro Sánchez, que no supo mantener un mínimo de cohesión, o de Susana Díaz, la líder andaluza a la que se cree inductora del 'asesinato'. Ninguno de los dos parece una buena fórmula para cerrar heridas pero tampoco surgen terceros candidatos con ganas y credibilidad.

Y al PSOE no le sobra tiempo pues la guerra Iglesias-Errejón en Podemos -que ha ayudado a que la erosión socialista en las encuestas sea pequeña- no será eterna. Pero la gestora -alérgica a Sánchez- tampoco puede convertirse, sin dañar más al partido, en el comité electoral de Susana Díaz (ya lo parece un poco), o impulsar a un tercer candidato. 'Asesinar' a un líder es un lío -como diría Rajoy- y al PSOE le cuesta superarlo