Prudentes más que cobardes

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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No hemos sido cobardes, hemos sido prudentes. Desde el ‘día después’ sabemos que todos, en cualquier rincón de Europa (eso sí lo han logrado los terroristas sin piedad y sin miedo a morir), somos posibles víctimas. Y desde ese sábado de mares de lágrimas y océanos de dolor sabemos que Bélgica no es un país cualquier. Es el país donde se han ideado, cuentan los que saben, muchas de esas atrocidades.

Que somos valientes, que queríamos jugar, que, pese al miedo (lo narraron algunos de los futbolistas), España y Bélgica estaban dispuestas a jugar en el estadio en el que, lo recuerdo perfectamente porque estuve allí, hubieron 39 muertos el 29 de mayo de 1985, en la final de la Copa de Europa entre Liverpool y Juventus, fue palpable también desde el mismo sábado y domingo.

Pero al silencio, cuentan, en el que viajó el equipo hacia la capital belga y a la sensación de que estamos en guerra, dada la protección existente (el ejército incluido, ¡el ejército!), no solo en el lujoso hotel Steinbergers Wiltchers, donde se hospedaba la selección, sino en toda Bruselas, se añadió la ley que dice que, elevada la seguridad a su cuota más alta, no se pueden organizar eventos con gran asistencia de público.

Si los que llevan días contrastando información e intuyendo lo peor (¿puede ocurrir algo peor?, puede, por supuesto) consideraron oportuno, no solo elevar la alerta, sino, incluso, avisar de que puede volver a ocurrir en cualquier punto de Europa, del mundo, es evidente que no tenía sentido alguno jugar un partido que, habiendo sido programado con antelación, podía ser, en efecto, un reclamo para los terroristas que, no lo olvidemos, empezaron toda esta masacre en un campo de fútbol, sí, en el precioso y coqueto estadio de Francia, en Saint Denis.

Decisión sensata

Duele porque parece que están ganando, pero es evidente que es la decisión más sensata del mundo cuando se trata, sobre todo, de la ciudad en la que los terroristas, los suicidas, idearon y prepararon los ataques a París, que somos todos. Partidos, goles, triunfos, filigranas hay y habrá miles, millones, en los próximos días, semanas, meses y años. Vidas, después de perder tantas y de forma tan injusta y cruel, solo hay una. Hicimos bien en proteger las de esta noche. Una cosa es ser héroes y otra, muy distinta, insensatos.