Pequeño observatorio

Progresamos con los cambios

Está en marcha una cruzada contra los infieles: los catalanes y no los musulmanes

JOSEP MARIA ESPINÀS

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El señor García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores de España, cada vez que habla lo hace con más agresividad. No digo que con más dureza, porque la dureza puede ser fruto de una convicción, mientras que la agresividad es una manifestación pasional.

Entrevistado por la agencia Efe, ha dicho: «No hay ninguna salida para el proceso soberanista. La declaración unilateral no tendrá ninguna validez jurídica». Dejo de lado otras posibles consideraciones de valor, como la validez social y como testimonio de una manifestación colectiva. Respeto todas las opiniones, y sobre todo la del ministro, pero me parece evidente que, de unas semanas para acá, se manifiesta una creciente irritación -que no es una actitud política- en ciertos líderes españolesEstá en marcha una cruzada contra los infieles, y estos no son ahora los musulmanes -como en la época de la Reconquista-sino los catalanes. No sé si este verano traerá alguna lluvia sedante, o un progresivo calentamiento del planeta político español.

Piensan que esto de Catalunya no debería haber pasado. Afortunadamente, la historia está llena de sorpresas. Solo recordaré una muestra de hechos muy diversos que nadie se imaginaba que pasarían. Desde los tiempos más remotos hasta ahora. Que el ser humano llegase a la Luna. Que los obreros tuvieran derecho a asociarse y a hacer vacaciones. Que Checoslovaquia se convirtiera en dos estados: Chequia y Eslovaquia. Que Alemania invadiera a las demás naciones europeas, desde Polonia a Francia. Que se reconociera a las mujeres los mismos derechos que a los hombres. Que una pareja homosexual fuera legalmente reconocida. Que desapareciera el servicio militar obligatorio. Que se pudieran donar órganos humanos a otra persona. Que se aceptara el cambio de sexo. Que la monarquía austrohúngara acabara con la independencia de Austria y de Hungría, hoy recuperadas.

«Es necesario recordar el pasado para disculpar lo que somos y encaminar lo que ya fuimos». Lo escribió Quevedo.