La rueda

Un problema de fatiga

La maquinaria del Estado sigue a lo suyo, limando competenciase impugnando leyes

FRANCESC ESCRIBANO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dicen que el procésatraviesa un momento bajo. Parece que la euforia inicial ha desaparecido y, según aseguran algunos opinadores, el movimiento comienza a dar síntomas de cansancio. Este atontamiento general, síndrome de fatiga crónica o dígale como quiera, se explica, por un lado, por la constatación de la evidencia de que esto va para largo. Así pues, todos los que pensaban que la independencia llegaría pasado mañana, quizá porque alguien se lo prometió, se tienen que ir haciendo a otra idea. En cuanto a los más moderados, temen que quizá el movimiento ha tocado techo y que, encima, con las pugnas y las rencillas internas de los principales líderes será muy difícil sumar nuevas voluntades. Este sentimiento de fatiga parece que no sea nada, pero si no se soluciona puede tener resultados nefastos y llegar a ser demoledor y definitivo.

Por poner un ejemplo aplicado a la política, tengo más que grabada la rueda de prensa que hizo Artur Mas en Madrid en septiembre del 2012, después de la primera gran movilización soberanista y tras el fracaso de su entrevista con Mariano Rajoy. Si existía alguna pequeña rendija de oportunidad para el entendimiento, murió ese día. De entrada porque Rajoy exhibió una intransigencia granítica y, de salida, porque Mas, cuando describió la relación entre Catalunya y España dijo que había llegado a una situación insostenible porque nos habíamos cansado unos de otros. Habló de «fatiga mutua» y me pareció que aquello, que básicamente era cierto, marcaba un punto histórico de no retorno. Mientras tanto, cansados como estamos, Catalunya de España, España de Catalunya y los independentistas de sus dirigentes, el Gobierno del PP y la maquinaria del Estado va a lo suyo, limando competencias e impugnando leyes. Es lo que ha ocurrido con el juez Vidal, la tasa a las operadoras o la ley de consultas. ¡Estos sí que no se cansan nunca!