Análisis

Prioridades después de la tragedia

RAFAEL VILASANJUAN

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Era un terremoto anunciado. Katmandú no es solo la capital de Nepal, lo es también del Himalaya, una cordillera formada precisamente a golpe de convulsiones sísmicas. En una geografía tan bella como arisca el pánico a cada nuevo movimiento de tierras forma parte de la inquietud colectiva. En el país mas alto del mundo la tierra se mueve continuamente, a veces es casi imperceptible, pero al menos una vez cada siglo sacude con fuerza desmesurada.

Todos en Nepal intuían que la tragedia llegaría, y andaban siempre fijando horizontes, contando los años desde la última. Con las lecciones aprendidas del terremoto en Haití incluso el Gobierno había intensificado mecanismos de prevención, pero aun así el número de víctimas mortales se empieza a contar en miles y no parará de crecer en las próximas horas y días. De momento el recuento se va haciendo a medida que los ladrillos de las ruinas en Katmandú van escupiendo cadáveres, pero si algo podemos saber de este nuevo episodio en Nepal es que la dimensión puede ser tremenda, no solo por la intensidad y la proximidad del epicentro a la superficie, si no sobre todo por la pobreza y la precariedad de recursos.

Sabemos que la relación entre catástrofes naturales y pérdida de vidas humanas tiene mucho que ver con la geografía de la pobreza, y Nepal es una de sus escalas. Un terremoto de esta fuerza haría tambalear los cimientos de cualquier país occidental, pero cuando las construcciones son precarias, las infraestructuras inexistentes, la electricidad escasa y los sistemas de salud apenas capaces de cubrir necesidades básicas, el potencial es mucho mayor, porque a la brutalidad de las víctimas que desgraciadamente engulle la tierra, le sigue la incapacidad de dar respuesta al caos que genera.

Lecciones del pasado

Esa es ahora la prioridad: equipos de rescate, cirujanos y hospitales móviles equipados con diálisis, plasma y medicamentos para recuperar a los heridos y evitar epidemias, además de poder distribuir con seguridad agua, alimentos y recursos básicos. Katmandú está en el valle, pero hay que llegar a las montañas y con las vías de acceso cortadas, Nepal no va a poder hacer frente por sí solo a este reto.

Necesita la ayuda internacional y el apoyo financiero de todos los países. Pero para evitar el colapso sería bueno también haber asimilado alguna lección del pasado y dejar el trabajo a las organizaciones expertas. La buena voluntad con la que a veces se quiere ayudar no es suficiente y en los primeros días después de la tragedia todavía hay muchas vidas, que solo una acción bien coordinada puede salvar.