El niño que medía el grosor de las páginas

Miguel Saburido, 19 años; autodidacta. Fundador y diseñador gráfico de la revista Vanity Teen

Miguel Saburido. Fundador y diseñador gráfico de la revista 'Vanity Teen'

Miguel Saburido. Fundador y diseñador gráfico de la revista 'Vanity Teen' / periodico

ANNA PACHECO / ANDREA GÓMEZ / Barcelona

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 Tiene ojos de niño (niño bueno). ¿Y qué queréis? Tiene 19 años y un hablar quebradizo como de siempre querer explicar más sin dejar nada en el tintero. Su acento gallego de Pontevedra, por toda la fortuna del mundo, aún lo conserva. Así que con eso y una Moleskine y su boli fetiche marca Stabilo de caucho color naranja ha venido hasta aquí: a Barcelona. A trabajar para la revista 'Vanity Teen' que, desde los ingenuos 16 años, lleva editando desde su casa en Galicia. "El proyecto ha crecido y ahora estoy aquí para dedicarme a esto más en serio". ¿Pero qué es tomarse el diseño más en serio sino lo que lleva haciendo toda su vida?

Autodidacta puro y solo con la ESO acabada. No tiene estudios superiores en diseño ni en grafismo ni en nada relacionado. Pero Miguel Saburido, con 14 años, ya creó su primera revista. 'Bienvenú' se llamaba. ¿Siempre has sido así de prematuro? "Siempre. En mi casa mi padre traía la revista 'Neo2' cuando yo era pequeño, que en aquel momento ya era una cosa muy rara, y yo flipaba literalmente con las imágenes, el grosor de las páginas, el color, el brillo, yo me daba cuenta de que aquello no era una revista normal", explica. Habla de las revistas como si fueran seres humanos. Lo suyo se llama vocación. Son muchas horas de trabajo en solitario. De dolor lumbar encima de una silla después de pasar horas frente a una pantalla del ordenador. De ordenadores normales, porque tampoco hace falta tener un Mac para diseñar. De horas y horas embobado ante la exquisitez (editorial) de revistas como 'Jotdown', 'Metal' o 'Apartamento'. De cómo le gusta el olor de las páginas y lo bien que saben algunas fotos. Es él, Miguel. El niño que con 8 años medía el grosor de los folios. Y que ahora se ha hecho mayor.

'Vanity Teen'

Cuando tenía 16 años, un amigo de un amigo, desde Barcelona, le cuenta que alguien se ha interesado en él para un nuevo proyecto. Podéis echar un ojo a su <strong>portfolio</strong> para entender en imágenes el flechazo de ese amigo con Miguel. Él no se lo piensa, aunque para entonces andaba metido en Bienvenú (su invento), decide dejarlo para dedicarse a 'Vanity Teen' a distancia. Y se encarga de todo lo que supone arrancar de 0 con un proyecto editorial: crear logo, diseño e imagen corporativa. "Al principio le echaba muchas horas, pero no tantas, al final sí se me fue de las manos y cada vez le echaba más y más y más...". Hablando claro: cada vez le interesaba menos la tabla periódica de la Química de 4º de la ESO. Él se levantaba y se acostaba pensando en Barcelona y 'Vanity Teen'.

Seguir leyendo. Y así hasta hoy. Después de casi tres años, 'Vanity Teen' ha pasado del formato digital al papel y a ser distribuida en países como Indonesia, China o EEUU. De ahí que la presencia de Miguel en Barcelona se haya hecho más necesaria. "Nadie me ha explicado nada, todo lo que he ido aprendiendo es a base de prueba y error. Para mi, cada número de 'Vanity Teen' es un máster acelerado en todo. Después de cada ejemplar, siempre me anoto una lista de errores para luego tratar de corregirlos". Es autocrítico "nivel paranoico", se lo dice él mismo. De los que no pueden dormir cuando hay semana de entregas o de los que se torturan con los proyectos hechos hace dos años que -ahora- le horrorizan. "¿Cómo fui capaz de hacer eso?", se interroga hasta agobiarse.

Paro juvenil

A pesar de todo y del estrés inherente a su personalidad hiperactiva, Miguel lo sabe: es un afortunado. Con una tasa del 57% de paro juvenil entre los menores de 25 años, él tiene trabajo y eso que no llega a la veintena. También ha tenido la suerte de contar unos padres que, sin decirle mucho ni presionarle demasiado, han entendido siempre "que ese era su trabajo y lo que le hacía feliz". De hecho, cuando llegó el momento cumbre de comunicarles que se iba a la ciudad condal y que dejaba definitivamente de estudiar, su padre le dijo que desde hace tiempo ya sabían (porque los padres lo saben todo) que acabaría en Barcelona antes de cumplir los 20... Miguel, por fin, respiró aliviado.

"Para mi Barcelona es un sueño. Es la meca de las publicaciones independientes. Pontevedra es mi ciudad y la voy a echar mucho de menos, pero esto es otra cosa. A corto y a largo plazo, esta ciudad me tiene que servir para consolidarme como diseñador", relata con una madurez que espanta. No ha pasado ni un mes desde que se ha mudado y ya fantasea con moverse por los ambientes más vanguardistas de por aquí y con suerte "encontrar algún otro trabajo con el que continuar aprendiendo". Cree que España es un diamante en bruto que tiene mucho talento en el ámbito del diseño. "En pocos años van a salir publicaciones tremendas", predice. Y no nos extraña. Revistas de nueva creación como 'Jotdown', 'Yorokobu' o 'Mongolia' ya indican que hay futuro. Por ahora, él dice no al exilio forzoso y planea quedarse aquí, sí, aquí, en España. Y menos mal.

ABURRIRSE Y CREAR

De momento, Miguel quiere seguir viviendo a lo freelance y rehÚye de cursos o clases porque él "se organiza mejor y aprende más sin un temario fijo o establecido". Pero le echa horas, muchas, muchísimas. Más que cuando era pequeño y se quedaba en plano fijo, embobado, contemplando la revista '<strong>Vogue</strong>'. Ya entonces sabía que eso era una pequeña maravilla. Miguel es el niño que se ha hecho grande. El que con 8 años descuajó una libreta y arrancó las cubiertas y el lomo y editó todas las páginas. "Entonces -recuerda en este momento flash back- me inventé un logo, los contenidos y las imágenes. Hice la maquetación entera de las páginas de una libreta". ¡Con 8 años va y crea una revista desde su casa! Se aburría y creaba. Aburrirse y crear.

Hay que hacerlo más.