Al contrataque
Lecturas apropiadas
Pepa Bueno
Periodista
Directora y presentadora del programa 'Hoy por hoy' de la Cadena SER. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense pero me gradué en la profesión primero en la radio pública, RNE, y después en la tele pública, TVE. Y procuré y procuro que el 'oficio' no me desconecte de la vida para mantener los ojos y los oídos bien abiertos y orientados a la tramoya del poder pero también a la calle.
PEPA BUENO
Cinco días después de tropezar con las urnas, Artur Mas pide al Gobierno central que sepa leer el resultado de las elecciones del pasado domingo. Ojalá que el Gobierno central acierte a entender lo que han dicho los catalanes, claro. Y ojalá que no tenga la tentación de pensar que el batacazo de CiU entierra el debate sobre la independencia.
Pero lo primero que debe hacer el 'president' en funciones es leer bien él mismo el resultado que ha cosechado en los comicios. Casi una semana después, Artur Mas no ha esbozado ni una ligera autocrítica. Y lo mínimo que se merecen los ciudadanos es una explicación de por qué ahora la gobernabilidad de Catalunya es mucho más difícil que antes de disolver el Parlament a lomos de una manifestación. Se la merecen después de que se haya tensionado al infinito la vida política en la comunidad, después de que se acortase a la mitad una legislatura muy delicada con todos los indicadores económicos en rojo, después de que CiU aspirase no ya a una mayoría absoluta sino a una mayoría excepcional¿ para terminar con 12 diputados menos y un jeroglífico político de casi imposible resolución.
Las culpas, de los demás
El pasado martes, el diario 'La Vanguardia' le daba alguna pista al 'president' en funciones. En una entrevista, el psicólogo David Tuckett, profesor de Economía en la City University de Londres, decía: «Los grandes líderes no son los que se equivocan menos, sino los que saben disculpar mejor sus errores con una nueva narrativa con la que mantienen intacta su autoridad¿ Los malos culpan a los demás y se acaban de hundir, pero los hábiles asumen -ellos solos- una pequeña parte del error, pero sin perder jamás el control de la situación». Nada de eso se vio ayer en la primera comparecencia pública de Artur Mas tras la noche electoral. De los recortes en los servicios públicos -los únicos instrumentos políticos conocidos para luchar contra la desigualdad- tiene la culpa el Gobierno de Madrid. De la debilidad que ya se adivina en el futuro Govern de la Generalitat, la culpa es de ERC o el PSC por no entrar en el Ejecutivo que liderará él mismo. Del futuro de la consulta soberanista, los responsables son los republicanos y el resto de las formaciones políticas que la llevaban en su programa electoral y que no corren ahora a auxiliar la endeblez parlamentaria del partido ganador de las elecciones. Pero de la nueva narrativa, que dice David Tuckett, de asumir aunque solo sea una pequeña parte del error para hacerse disculpar el fiasco, todavía nada de nada. Quizá sea pronto.
Aunque Artur Mas debería tener en cuenta que los tiempos políticos son cada vez más cortos. La voracidad de la crisis permite pocas demoras, pocas vacilaciones. Y a la ciudadanía, harta, agobiada y expectante, no se la puede llevar al punto de ebullición y pedirle después paciencia. No, al menos, sin una explicación coherente y en primera persona de quien quiso liderar el hervor.
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