Análisis

Primos y hermanos en la miseria

ROSA MASSAGUÉ

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Ya es mala suerte que el día en que el Partido Socialista (PS) elegía a António Costa como su nuevo secretario general, un juez nada mediático, pero versado en escándalos políticos y financieros ordenara la detención de José Sócrates, el exprimer ministro socialista. Mala suerte porque el PS tenía, hasta el viernes, todo el viento a favor para recuperar el poder en las legislativas del año próximo. Costa ha tenido que levantar un cordón sanitario en torno al partido para que aquellas expectativas no se evaporen. De paso, desde la dirección socialista se insinúa que la detención de Sócrates es una tapadera de  otros escándalos, en este caso, del centro-derecha gobernante.

Desde este lado de la frontera, lo que ocurre en Portugal es un déjà vu y la constatación de lo mucho que nos une, aunque sea en la vertiente más negativa. La crisis, desde luego, pero también la corrupción y los escándalos, como el del Banco Espírito Santo, intervenido para evitar su quiebra; el frecuente recurso a los diligentes y silenciosos servicios bancarios suizos; los discutidos currículos académicos como el título de Ingeniería de Sócrates; los injustificados altos estilos de vida; las redes de blanqueo y corrupción; las regularizaciones fiscales bajo sospecha, o los visados de oro comprados por extranjeros no comunitarios a cambio de inversiones en el sector inmobiliario.

¿A que todo esto les suena? Bankia, la inacabada en su día carrera de Psicología de Joana Ortega, la regularización fiscal de la familia Pujol; los casos de Gürtel y Noos o la operación Púnica o las tarjetas opacas por citar solo algunos. Incluso la cantidad a partir de la cual los extranjeros pueden adquirir su permiso de residencia es la misma aquí y allá, de 500.000 euros para arriba, aunque con una diferencia. Allí quienes compran su permiso son mayoritariamente ciudadanos chinos, y aquí son rusos.

Por suerte los portugueses no tienen una versión lusa del pequeño Nicolás. Al menos en eso no hacen el ridículo como sus primos y hermanos en la miseria económica y moral.