La clave
Primarias imperfectas
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
La militancia socialista está hoy llamada a elegir a sus nuevos líderes, tanto en Catalunya (con el incombustible Miquel Iceta como candidato único) como en el conjunto de España. La ausencia de competencia para la primera secretaría del PSC ha pospuesto un debate en profundidad sobre el espacio que debe ocupar el partido en la Catalunya presente, y en la que está por llegar. Aunque, bien mirado, tampoco debemos habernos perdido gran cosa, a tenor de la cicatería de ideas o propuestas que ha presidido la pugna por la secretaría general del PSOE entre los dos favoritos, Pedro Sánchez y Eduardo Madina, solo iluminada por los destellos del tercero en liza, José Antonio Pérez Tapias.
A la izquierda en general, y a los socialistas como fuerza de gobierno en particular, hay que reconocerles la contribución que están haciendo a la regeneración del sistema político, con medidas de radicalidad democrática como la elección en urna de los líderes o candidatos, mientras la derecha sigue designándolos a dedo y, por cierto, sin reproche social. Pero estos laureles no obstan para señalar que al sistema de primarias del PSOE y el PSC, tal como está ideado, le queda mucho por mejorar.
¿Ágora o pasarela?
Como apuntaba ayer en estas páginas el profesor Francisco Longo. los aspirantes han evitado la confrontación ideológica, desaprovechando así la oportunidad que les brindaba la campaña para transformar el partido en ágora pública. Habrá quien, como Rodríguez Ibarra, objete que la elección del secretario general no es el momento de dirimir una discusión programática que los congresos del PSOE tienen reservada en exclusiva. Pero idéntico corsé cabría imponer entonces a las primarias para la candidatura a la Moncloa, en las que nadie podría plantear propuestas distintas a la biblia congresual. Lo que equivaldría a convertir el proceso en una simple pasarela de caras conocidas que se limitan a prodigar mohínes y postureos sin contenido político alguno.
Los partidos, moles de poder aquejadas de aluminosis, embellecen sus fachadas cuando deberían reparar unas estructuras y pilares que amenazan su estabilidad.
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