Al contrataque

Presuntas marcas

Risto Mejide

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Yo no tengo ni idea. Pero si la tuviera, tampoco podría añadir mucho sobre el presunto asesino de Laura del Hoyo y Marina Okarynska, el recientemente extraditado Sergio Morate. Tan solo que si al final es culpable, ojalá pague lo antes posible por semejante atrocidad.

Ahora bien, me ha llamado mucho la atención un detalle que, una vez dejado el doble crimen en manos de quien lo tenga que juzgar, me parece relevante en el mundo en el que nos movemos como consumidores, como espectadores y como ciudadanos. Habrá quien piense que estoy banalizando un terrible homicidio, y habrá quien entienda lo que quiero decir.

Durante varias semanas hemos asistido a las primeras imágenes de ese individuo arrestado en Rumanía y ataviado con una gorra que no lucía cualquier estampado, sino el logotipo de una marca de ropa deportiva de sobras conocida por todos, pero que para no hacerle publicidad gratuita diremos que tiene tres bandas. En todos los informativos. A todas horas.

Los interrogantes

Y ahí se me han abierto varios interrogantes. El primero, qué culpa tiene esa marca de estar ahí. Seguramente ninguna. Habrá hecho cosas bien y cosas mal, como todas las empresas, pero estoy casi seguro de que no participó en ese crimen. Por contra, creo que jamás en su historia había conseguido tantos impactos televisivos en un mes en España, y ha tenido que ser justo sobre la cabeza del presunto homicida.

El segundo, qué derecho tendría esa marca a que le quitaran la gorra a Morate. A negarse a salir en esas imágenes. Y sobre todo, a no permitir asociar sus valores a los de ese individuo.

Tercer interrogante, cómo afectará esta nefasta campaña televisiva a los consumidores de la marca, entre los que me incluyo. Cómo nos sentiremos la próxima vez que nos encontremos en una tienda ante una prenda con su logotipo.

Y por último, el más difícil de contestar. Por qué los medios de comunicación que viven de marcas comerciales como esa no han reparado en ello. O si lo han hecho, por qué les ha dado igual. Por qué no se le ofrece algún tipo de compensación, una contracampaña.

En las primeras imágenes que nos llegaron, además de gorra Morate lucía una camiseta con un enorme logotipo de un felino rampante que… vamos, de Puma. Y las estuvimos contemplando durante varios días. En todos los informativos. A todas horas.

Por eso hoy, quizá para poner a prueba mi libertad de opinión en esta columna, quisiera romper dos lanzas, una por Adidas y otra por Puma. Dos marcas que nacieron de un desencuentro entre dos personas que se habían querido, y sin embargo supieron demostrarnos que siempre existe otra manera de resolver las diferencias en la que todos salimos ganando.