De 'president' a comercial peluquero

No es propiamente una teleserie. Más bien parece un separador de 20 minutos de duración. O sea una especie de peladilla humorística que en teatro se llamaba entremés (ahora, en lenguaje anglotelevisivo moderno, lo llaman 'short comedy') y que se solía incrustar en los entreactos de los largos dramones clásicos para entretener al publico asistente. Me refiero a 'La peluquería', que acaba de estrenar TVE-1.

Este tipo de producto (como las 'Matrimoniadas' o el 'Gym Tony') tiene un proceso de fabricación en serie en el que a los intérpretes les presentan un guión de sketches, uno detrás de otro, y ellos los graban y luego el montador los va cortando y ensamblando a gusto de la plataforma emisora. Es decir, la técnica del churrero que fabrica un churro de tres o cuatro metros y posteriormente lo va cortando según la demanda de la clientela.

Lo que pasa en esta peluquería tiene la misma consistencia que el aire que sale de un secador de pelo. Dentro de esta astracanada -otro subgénero teatral de principios del siglo XX- uno de los papeles más jocosos es el de doña Aurelia (María Alfonsa Rosso). Es la primera clienta de la peluquería y nada más sentarse advierte: "Peinar peináis bien, pero los cotilleos que contáis son de birria, muy antiguos. Yo no vengo aquí a cortarme el pelo, vengo para enterarme de quién liga por ahí, y quién no". Efectivamente, en materia de cotilleo, la peluquería es la gran competencia de la tele.

Al tratarse de una producción catalana que firma la productora Brutal Media de Raimon Masllorens, podría parecer que su pincelada sobre la película 'Independence day' es una referencia, un detalle de humor, sobre 'el procés d'independència'. Pero ha sido tan extravagante, lejana y superficial, que no lo creo.

Sí, en cambio, hemos tenido la alegría de ver de nuevo en la tele a <b>Bruno Oro</b>. Interpreta a George, un vendedor de productos de peluquería, proveedor de champús, lacas y cremas. Hombre, después de tantos años reencarnando magistralmente al 'president' Mas de 'Polònia', verle ahora de pintoresco comercial peluquero ha sido un golpe. A veces, los actores que se ganan nuestra simpatía y afecto bordando en clave socarrona a un personaje como el del 'president' de la Generalitat, verles de pronto en un olvidable registro puramente alimenticio, desilusiona. Para los fans de George Clooney fue tremendo pasar de admirarle en 'Buenas noches, y buena suerte' a verle anunciando azulejos de baño con Isabel Preysler.