¿Premios literarios?

ÓSCAR LÓPEZ

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Empieza la Feria del Libro de Madrid, y entre los firmantes encontraremos a algunos ganadores de los últimos premios literarios concedidos en nuestro país. Naturalmente, de los bien dotados, porque ya sabemos que España es la capital de los premios literarios privados, y no hay ayuntamiento o escalera de vecinos que no tenga el suyo. Cierto es que en los últimos tiempos muchos han reducido la cuantía de su dotación, como el Primavera, que lo hizo en un 50%, o el Azorín, y otros desaparecieron, como el Torrevieja, que en su día tuvo los galardones de pretender disputarle protagonismo al mismísimo premio Planeta; o el de la Fundación José Manuel Lara que se fue al garete en 2009.

Si rastreamos en el pasado, podemos concluir que lo de premiar a nivel comercial y mediático empezó en los 40 con el Nadal y continuó en los 50 con el Planeta, imagino que para ganar lectores en un país desolado económica y culturalmente. Pero en pleno siglo XXI, cuando la crisis económica ha hecho estragos entre los ciudadanos de clase media, y por extensión en la clase media de los escritores, ¿es necesario continuar con ellos? Sé que durante años sirvieron para asegurarse presencia en los medios de comunicación, robar autores de la competencia, recuperar adelantos, y, cómo no, para consolidar la carrera de autores como Vázquez Montalbán, Terenci Moix o Muñoz Molina. Pero ahora, cuando ni la mayoría de periodistas culturales recordarían el nombre de los ganadores de las últimas ediciones, ¿no sería preferible dedicar el dinero de dotación y fastos a, por ejemplo, campañas de promoción ad hoc?  A fin de cuentas, si miramos las listas de los más vendidos, los fenómenos de ventas dependen más de modas y del bendito boca a boca.

A lo sumo, intentaría que los diversos gremios vinculados con la literatura se pusieran de acuerdo en crear galardones de prestigio sin dotación, digamos que a la francesa, que arrastren a los lectores a las librerías a la búsqueda de una novela que, casi con toda seguridad, les alterará una parte de su cerebro y de su corazón. Algo que ahora sucede menos de lo deseable.