El precio personal de la tecnología

Preguntas inquietantes acerca de un fenómeno emergente

Según el enfoque biomédico imperante, la dependencia del 'smartphone' es una tecnoadicción más y debe tratarse como una enfermedad mental

Las aplicaciones de Facebook y Whatsapp, en un 'smartphone'.

Las aplicaciones de Facebook y Whatsapp, en un 'smartphone'. / periodico

JUAN M. PERICÀS Y JOAN BENACH

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La emisión de Salvados del 19 de febrero, titulada Conectados se centró en el impacto en nuestra vida cotidiana del uso masivo de smartphones. La capacidad del programa de identificar problemas relevantes y ayudar al debate social es encomiable y merece un justo reconocimiento, pero su enfoque, básicamente centrado en la dependencia individual, no permite entender un proceso social complejo. Cierto es que se dieron cifras ilustrativas (la mitad de niños españoles de 11 años y el 94% de 15 tiene móvil y, tras Singapur, el Estado español está en segundo lugar de smartphones del total de móviles), y que el sociólogo Zygmunt Bauman aludió a aspectos de gran interés social (con el móvil, la gente está "permanentemente disponible, no tiene vida privada"). Pero para entender las contradicciones, impactos y posibles acciones ante este fenómeno, precisamos un análisis desde la salud pública, aquella disciplina que trata los problemas, causas y soluciones de la salud y bienestar colectivos.

SÍNTOMAS MUY PREOCUPANTES

Según el enfoque biomédico imperante, la dependencia del smartphone es una tecnoadicción más, que debe tratarse como una nueva enfermedad mental, identificada según criterios diagnósticos concretos inscritos en el manual DSM, la biblia moderna de la clasificación psiquiátrica. Una reciente investigación muestra que, según criterios psiquiátricos, la prevalencia de la adicción al móvil puede alcanzar el 60% en adolescentes y jóvenes en Estados Unidos, aunque otros estudios muestran cifras inferiores. No obstante, el problema puede ser incluso mayor dado que debe tenerse en cuenta el "iceberg de la enfermedad", un concepto de salud pública que requiere estudiar todas las situaciones mórbidas ocultas que anteceden a la aparición de una patología como la adicción. La escasez de estudios científicos sobre la prevalencia, distribución social y causas de la "adicción a los móviles" no permiten aún entender las consecuencias profundas de una epidemia social que puede afectar muy seriamente a la salud poblacional en su sentido más amplio. De hecho, síntomas patológicos como el phubbing (ignorar a una persona que está enfrente nuestro por atender al teléfono), la nomofobia (el miedo o aversión a no disponer continuamente del móvil), la dismorfofobia (un trastorno dismórfico corporal, con la constante preocupación por exhibirse y tener reconocimiento social con repetidos selfis en red) u otros abusos del smartphone son muy preocupantes.

UNA CASCADA DE PREGUNTAS

Son múltiples las ventajas que suponen las nuevas tecnologías para mucha gente y sería absurdo demonizarlas. No obstante, el uso masivo del móvil, a la vez que nos emociona y conecta al mundo, también parece dificultar que reflexionemos con la debida profundidad. Bajo el tecno-optimismo del Mobile World Congress, las preguntas a debate son muchas. ¿Quién ha hecho que el smartphone, como instrumento-juguete-mercancía perfecto, se haya convertido en poco tiempo en una adicción social? ¿Cómo acrecienta el constante flujo de big data el control ciudadano por las grandes empresas y gobiernos? ¿Qué impacto tendrá en el desarrollo mental de críos y adolescentes estar permanentemente conectados a aplicaciones diseñadas para engancharse, con estímulos permanentes y a menudo contenidos de escaso interés?

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¿Es solo responsabilidad de los padres controlar esa situación? ¿Cómo los adultos nos hemos convertido en seres dependientes de estímulos a los que respondemos sin control con un clic tras otro? ¿Cuál es el impacto de los smartphones en la educación, las relaciones familiares y sociales? ¿Qué impacto tiene la repetida interacción con múltiples fuentes de información sobre la capacidad de mantener una reflexión y diálogo profundos? ¿Necesitamos educarnos digitalmente? ¿Desde el punto de vista de la salud, debe legislarse el derecho a poder desconectar? ¿En qué seres humanos nos convertimos al formar parte de una vida virtual alejada de la vida empática real; de estar físicamente juntos y obsequiarnos con lo más valioso que tenemos, el tiempo? ¿Qué consecuencias tiene todo ello en conformar los cerebros y el entendimiento del mundo?

NOS AYUDA Y EMOCIONA, PERO NOS INFANTILIZA

La adicción al smartphone, su uso "en todos los segundos y todas las visiones", como dice la vieja canción de Silvio Rodríguez, es un fenómeno social emergente que debemos conocer y debatir. ¿Es posible tener salud, "esa forma de vivir autónoma, solidaria y gozosa", cuando -dice Bauman- "somos seres solitarios en contacto permanente", masivamente enganchados a smartphones que nos ayudan y emocionan pero que nos infantilizan y nos hacen más dependientes y superficiales?