Pequeño observatorio

Preguntar, contestar, callar

Si una pregunta es malintencionada, el silencio puede ser la respuesta más indicada

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El excelente futbolista del Real Madrid Cristiano Ronaldo casi no habla con los periodistas desde hace meses porque las preguntas que le hacen «no son buenas». Ante esto, me atrevería, y que me perdone, a hacerle esta pregunta: ¿cuáles son las preguntas buenas y cuáles las malas?

El hecho de que algunos entrevistados digan «me gusta esa pregunta» no significa que esa pregunta sea interesante, acertada, oportuna. Puede ser una pregunta muy tópica que favorece una respuesta también tópica. En las habituales entrevistas tras un partido, la pregunta y la respuesta suelen ser muy breves y rutinarias. Me hago perfectamente cargo. Rompería todos los esquemas periodísticos y crearía una situación muy incómoda que el entrenador dijera: «Teniendo en cuenta que en el minuto 38 hubo un fuera de juego discutible, la evolución del partido...». Las respuestas rutinarias son la adecuada respuesta a las preguntas rutinarias, y el mecanismo funciona plácidamente. Mi amigo Sebastià suele añadir a una respuesta: «Si no entramos en detalles...».

Tengo la impresión de que para Cristiano Ronaldo cualquier pregunta puede ser una impertinencia. Hay que tener, pienso, una mentalidad británica para saber aceptar una pregunta que ponga al entrevistado en un pequeño compromiso, y se debe responder con un punto de humor o de ironía. He oído alguna vez la expresión «preguntar no es ofender». Se la debió inventar algún impertinente que encontraba en esta frase una coartada para poder ser un maleducado agresivo. Se puede ofender preguntando, y también contestando, e incluso con un silencio.

Contra lo que algunos creen, una conversación no es un espacio donde se deba admitir la impunidad. Una buena pregunta no merece el silencio ni una respuesta evasiva, y menos irritada. Pero si la pregunta es una herramienta malintencionada de ataque, el silencio puede ser la respuesta más adecuada. Incluso ante un tribunal de justicia está el derecho a no contestar.