largo plazo

Sí es país para #Kellys

OLGA GRAU

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Las Kellys son “las que limpian”. Sus impulsoras usaron la K porque les dijeron que en las redes sociales lograrían más clicks y tuits. Ellas no saben nada de Google e internet, pero con sus escasos conocimientos han arrancado una valiente campaña para denunciar la precariedad en la que viven.

Son mujeres pobres, muchas solas y con hijos a cargo, que limpian a dos euros la habitación de hotel por la que turistas pagan de 200 a 600 euros la noche. No todas trabajan en hoteles de cinco estrellas, cierto, pero sus sueldos no superan los 500 euros al mes. Muchas tienen que medicarse para soportar los dolores de un trabajo muy físico y si se cogen la baja acaban despedidas. No se sienten representadas por los sindicatos convencionales, así que se han puesto unas camisetas y han decidido dar el paso, no exento de riesgos, de denunciar su precariedad.

Al colectivo de las kellys podrían añadirse los de loskamareros, losKeguian, losKeKocinan, los kefrieganplatoslosKonserjes y así hasta un largo etcétera de precarios ocultos tras una industria bollante, vendida como tabla de salvación de la economía española durante la crisis. En Catalunya se espera este año 18 millones de turistas que se gastarán 16.000 millones de euros. El debate se podría simplificar diciendo que, o bien unos ganan demasiado a costa de explotar a los empleados, o bien la masificación del ocio low cost sobre el que España está sustentando su recuperación genera empleos legales, pero precarios.

Como afirma el economista Miquel Puig en su libro Un bon país no és un país 'low cost', Un bon país no és un país 'low cost'un país decente es el que paga salarios decentes. «Si España es un país muy desigual se debe, fundamentalmente, a que quienes trabajan son demasiado pocos, y demasiados de los que trabajan están poco formados y mal remunerados», afirma Puig.

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El Gobierno español, más allá de vender que el turismo masivo es el único maná de la economía española, deberían empezar a abordar cómo capacitar mejor a las personas y elevar el sueldo mínimo interprofesional a un nivel decente en todos los sectores. La necesidad de crear salarios decentes no es solo un argumento de justicia social, si no también un elemento de interés general. 

Los trabajadores con ingresos bajos -es el drama actual de la hucha de las pensiones-, apenas pagan en impuestos una fracción de lo que cuestan en prestaciones, de manera que su parte debe ser financiada con impuestos sobre la clase media. Para mantener un Estado del bienestar potente con un baja presión fiscal, la única vía es reducir la proporción de trabajadores con ingresos bajos. Y el Gobierno del PP está fomentando precisamente lo contrario.