Pequeño observatorio

Posiblemente, Dios tenía otra ocupación

JOSEP MARIA ESPINÀS

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El arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, ha descendido de las alturas espirituales al mundo profano de la política. Ya sé que hay una larga tradición en España de interferencias eclesiásticas en el ámbito civil. A veces era un afán de moldear la sociedad a su gusto. En otras ocasiones el poder religioso llegaba a encarnar el poder político. No hay más que repasar algunos hechos de la historia de España.

El arzobispo de Valencia, que tiene lo que se llama una cierta edad -que es la más incierta-, ha decidido que Dios tenía que intervenir en la complicada política terrenal, y más concretamente en la catalana. Ni siquiera ha intentado disimularlo. Porque es francamente un acto de intrusismo en la sociedad civil que una alta autoridad religiosa salga de su ámbito para convocar a los creyentes valencianos a «rezar por España y su unidad».

En otros tiempos sí que las autoridades religiosas presionaban a los ciudadanos para que obedecieran unas normas porque, si no las respetaban, se exponían a sufrir el castigo del infierno. Es evidente que durante varios siglos los obispos tuvieron mucho poder en el ámbito social y político. Pero de un tiempo a esta parte una estimable parte de la Iglesia ha renunciado a intervenir coactivamente en la evolución de la sociedad.

Yo tengo un absoluto respeto por algunos sacerdotes que he conocido en otros tiempos, porque ponían su fe al servicio fraternal de las personas más necesitadas de solidaridad y compañía. Porque es cierto que hay todo tipo de uvas en «la viña del Señor». Pero que un arzobispo condene -la palabra condenar es muy fuerte- a unos seglares por sus ideas políticas, una parte de los cuales deben ser fervientes cristianos... El venerable arzobispo, antes de las últimas elecciones de Catalunya, convocó una jornada de oración, a rezar el Rosario, a visitar al Santísimo, con la intención de que la plegaria llegase a Dios antes de las elecciones.

Parece que ese día Dios tenía otra ocupación.