GEOMETRÍA CIUDADANA

¿Por qué fracasó la República?

Miles de republicanos se manifiestan en Madrid contra el golpe de Estado, en 1936.

Miles de republicanos se manifiestan en Madrid contra el golpe de Estado, en 1936. / periodico

JOAN TAPIA

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El lunes hizo 80 años del histórico y funesto 18 de julio de 1936. Este diario le dedicó mucha atención y conviene profundizar en las causas del fracaso de la República. El esquema es claro: Un golpe militar encabezado por tres generales (Sanjurjo, Mola y Franco) y amparado por parte de la derecha que veía en la República una amenaza a sus intereses y a su idea de España. Un régimen que Angel Viñas ('El País') juzgaba como “un sistema democrático frágil pero que funcionaba”.

Pero la sublevación contra el orden constitucional se debió no solo al golpe y al entorno dictatorial europeo (Italia, Alemania), sino a que el régimen quizás funcionaba –lo dice Viñas-, pero muy mal.

¿Por qué fracasó la República? La tesis reaccionaria de “los demonios familiares” (los españoles no son aptos para la democracia) ya está enterrada. Pero atribuir toda la culpa a los golpistas y a la derecha reaccionaria es insuficiente. Y las razones del fracaso son relevantes para nuestra historia y nuestra democracia.

PRIMERA CAUSA

Hay una indiscutible primera causa. El mundo sufría la crisis de 1929 y sus consecuencias sociales -paro y miseria- sacudieron muchas democracias. En Alemania, Hitler fue elegido en el 33, cuatro años después. Es pues lógico que la improvisada república del 31 acusara la marejada.

Pero, más allá de la economía, la democracia no funciona si el gobierno no manda. Y la autoridad estaba zarandeada desde hacía tiempo. Y más en la primavera del 36, tras la victoria del Frente Popular y la destitución en la presidencia de la República de Niceto Alcalá Zamora, un nuevo republicano conservador, por Manual Azaña, un histórico republicano de izquierdas. Una reciente y discutible pero interesante biografía de Stanley Payne sobre Alcalá Zamora, editada por FAES, es ilustrativa.

El 12 de febrero del 36, seís días antes del golpe, Gaziel, bajo el título '¿Quién manda en España?', escribía en 'La Vanguardia', el diario que entonces dirigía: “Parecía lógico que tras la victoria del Frente Popular gobernase el gobierno elegido…pero lo realmente desagradable ha sido que los gobiernos elegidos desde entonces han dado constantemente la impresión de que tal vez hacían muchas cosas, pero gobernar, eso no. La sensación de gobierno no la hemos tenido ni remotamente…estamos ante el caso inaudito de unos gobiernos que no han podido gobernar porque se lo han impedido sus correlegionarios”.

Y la madrugada del 13, el día siguiente, fue detenido y asesinado (por un grupo comandado por un oficial de la Guardia Civil), el combativo diputado José Calvo Sotelo, líder de la oposición monárquica y exministro de la dictadura de Primo de Rivera. Era la venganza por el asesinato anterior del teniente de la guardia civil y militante socialista José Castillo.

BREVE GOBIERNO DE UNIDAD

La ingobernabilidad venía de lejos. Hubo primero un breve gobierno de unidad republicana que hizo aprobar la Constitución y que se acabó cuando –pese al entusiasmo inicial- perdió con claridad las elecciones del 33. Y el péndulo no se movió bien. Los republicanos “de orden” (los de Alcala Zamora, Miguel Maura, radicales de Alejandro Lerroux y otros) estaban fragmentados y no tenían mayoría. El partido radical era potente pero Lerroux estaba en declive. El primer partido había sido la CEDA (Confederación Española de Derecha Autónomas) de Gil Robles, una democracia cristiana muy conservadora, que no podía formar gobierno porque no aceptaba la legalidad republicana. Y Lerroux, que podía haber sido el eje de una república de centroderecha, no fue capaz de dominar la situación y al final tuvo que nombrar tres ministros de la CEDA.  

Entonces la izquierda se rebeló contra el gobierno. En Asturias la rebelión fue reprimida con brutalidad (por el general Franco), y en Catalunya (el triste 6 d'octubre) acabó en pocas horas con el 'president' Companys y todo el gobierno encarcelado en el barco 'Uruguay'. En el 34 la izquierda perdió mucha legitimidad al sublevarse contra la legalidad republicana y la derecha no ganó ninguna. Por la  represión y por su incapacidad. El presidente Alcalá Zamora actuó con ligereza e intentó ganar las elecciones desde el poder nombrando al inconsistente Portela Valladares. Desastre. A Lerroux le cortaron la cabeza por la corrupción (el famoso estraperlo). Y Gil Robles no supo (o no quiso) ser el gran político republicano de la derecha.

SIN MANDO

El Frente Popular ganó así las elecciones del 36. Pero en la izquierda no había mando. Azaña dirigía sólo un partido pequeño y la fuerza dominante -el PSOE- vivía una gran lucha interna entre Indalecio Prieto, un socialdemócrata que quería gobernar con Azaña, y Largo Caballero, que coqueteaba con la dictadura del proletariado. El líder comunista Santiago Carrillo, luego en la transición un moderado, se hizo leninista en las “caballeristas” juventudes socialistas.

Primera conclusión: los militares se rebelaron no contra una democracia estable, sino contra una república que iba a la deriva.  

Segunda conclusión: Por suerte hoy las cosas son muy distintas. Felipe González, con Alfonso Guerra, Miguel Boyer y Narcís Serra, parieron otro PSOE. Con Willy Brandt de referente. La incógnita es Podemos, surgido de la crisis. Y en la derecha el PP es un partido disciplinado. Quizás en exceso y con más tics ideológicos de la conservadora CEDA que del laico partido radical. Y Ciudadanos es todavía un interrogante. Pero no hay la división esterilizante de Calvo Sotelo, Gil Robles, Alcalá Zamora, Maura, Lerroux…

Sí hay una preocupante similitud con la República: la incompatibilidad CEDA-PSOE ha resucitado –aunque con mucha menor intensidad- entre el PP que nace con Aznar y el PSOE post Felipe.

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