¿Por qué ahora ha subido el PP?

Iglesias ambicionaba el 'sorpasso' y ahora se ha estrellado contra el 'sorpresaso'

Alberto Garzón y Pablo Iglesias tras su comparecencia en la noche electoral del 26-J.

Alberto Garzón y Pablo Iglesias tras su comparecencia en la noche electoral del 26-J. / periodico

JOAN TAPIA

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¿Por qué los resultados finales han sido una gran sorpresa? Una causa es el gran error de las encuestas -no solo la de la noche electoral sino de todas, incluida la del muy serio CIS- que pronosticaban que el PP casi no subiría en escaños y predecían unánimemente que el PSOE sería desplumado en votos y escaños por Unidos Podemos. ¿Por qué este error? Quizás los votantes de Podemos son más expresivos y tienen menos prevención en manifestar su acuerdo con quienes -con el catálogo de Ikea y otras zarandajas de marketing- han logrado captar la atención de los medios de comunicación.

La segunda razón es que el PP -pese a su desplome de 186 a 123 escaños del 20-D- fue ya entonces el partido con más apoyo. Porque pese a todas las críticas -muchas válidas- en los dos últimos años se han creado un millón de empleos que aunque sean de baja calidad han impulsado -junto a la reforma fiscal electoralista del 2015- el crecimiento. No es que desde el 20-D Rajoy y el PP lo hayan hecho bien sino que muchos electores -en parte por lo que decían las encuestas- se han alarmado ante algún peligro. Primero, la ingobernabilidad. Generaba inquietud -justificada- que se tuvieran que repetir elecciones por tercera vez. Segundo, a que un partido sin ningún referente europeo -excepto el triste de la Syriza griega- pudiera gobernar. Miedo que solo pudo exacerbar la campaña “fachenda” de Iglesias diciendo que el 'sorpasso' estaba hecho y que al PSOE solo le quedaba la opción de convertirse en el hermano menor -y obediente- de un político de protesta con ribetes más de avispado predicador que de gobernante solvente.

Unámosle la victoria del 'brexit', que demostró que la crisis europea y la inestabilidad económica están ahí presentes, y ha habido dos consecuencias inmediatas. Una, la coalición Unidos Podemos ha perdido más de un millón de votos respecto al 20-D, el tan vapuleado PSOE ha mantenido casi todos los suyos (pierde 100.000 pero aumenta en un 0,7% su porcentaje) y el PP ha logrado 700.000 electores nuevos que entonces no le votaron. ¿De dónde han salido? Un poco de todas partes pero de gente asustada por la ingobernabilidad y por el triunfalismo de Podemos. Entre ellos casi 400.000 votantes de Rivera el 20-D.

Y este engorde del PP, basado en un voto de precaución, inducido por el propio Rajoy, frente a Podemos, la inestabilidad y el 'brexit', se ha producido en toda España. En Andalucía, en Madrid (allí PP y PSOE suben a costa de Podemos) y en la propia Catalunya, donde el PP ha obtenido 54.000 votos nuevos. Rajoy ha captado así electores que el 20-D no confiaron en él por inmovilista, por los recortes sociales o por la corrupción, pero que ahora, pensando que tenían que optar entre estos males o la inseguridad económica y política, se han inclinado por el voto conservador.

Rajoy ha tenido 700.000 votos y 10 diputados más que el 20-D (hasta 133). Ahora tendrá que demostrar que también sabe negociar y pactar porque pese a todo ha quedado lejos de la mayoría absoluta. Y no es presidente quien llega primero sino quien encuentra complicidades para, como mínimo, sacar la investidura. Pero ahora los números le son más favorables que antes. Iglesias decidió vetar un gobierno de Sánchez porque ambicionaba el 'sorpasso'. Ahora se ha estrellado contra el 'sorpresaso'.