¿Y por qué no Ada Colau para la Generalitat?

ALBERT SÁEZ

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 Iñigo Errejón visita Catalunya para rematar la confluencia de una candidatura de la izquierda rupturista. Tres asuntos sobre la mesa: cómo conseguir que sea algo más que una coalición entre Podemos e ICV; cómo llamarle; y, sobre todo, a quien poner como cabeza de cartel.

Si le haces esa pregunta cualquier profano te la contesta en un plis: Ada Colau. De hecho, los propios artífices de la confluencia dan implícitamente esa respuesta: buscamos a alguien como Ada Colau, te dicen en público, en privado y en la redes. Es una obviedad que lo más parecido a Ada Colau es la propia Ada Colau. De hecho la ex-activista de la PAH y ahora alcaldesa de Barcelona es el alfa de esa confluencia. Podemos se ha puesto a trabajar en el tema tras el éxito de Barcelona en Comú. Hasta ese momento Iglesias y compañía eran partidarios de acudir a las elecciones catalanas del 27-S con la marca propia. Pero ver a Ada con la vara de mando les cambió el planteamiento. Lo lógico, pues, sería que Colau fuera también el omega de esta confluencia.

La legalidad no lo impide. Se puede ser alcaldesa y candidata al Parlament y se puede ser alcaldesa y diputada en el Parlament. Si tuviera finalmente la posibilidad de ser presidenta, simplemente debería optar entre los dos cargos pero eso crearía una situación inédita de hegemonía de la izquierda rupturista que daría mucha energía a su proyecto trasnformador, incluso pensando en las elecciones generales. Es más, durante estos tres meses de campaña, todo lo que haga o diga Ada Colau será utilizado por sus adversarios como si ella fuera la candidata aunque no lo sea.

Solo queda una posible objeción: que la acumulación de candidaturas sea vista como una práctica de la vieja política. Pero todo el mundo sabría que no es así, como todos saben que la presencia de Pablo Iglesias en el Parlamento europeo es instrumental para asaltar La Moncloa. No hay, pues, razones: Ada Colau debería ser Ada Colau en las elecciones del 27-S.