Los jueves, economía

Pongamos la inflación en su sitio

En el fondo, lo que nos está diciendo la subida de precios del petróleo es que somos más pobres

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ANTONIO ARGANDOÑA

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La inflación en España subió hasta el 3,6% en febrero de este año. Hace un año era del 0,8%; en enero del 2011, el 3,3%. ¿Qué está pasando? Una interpretación posible es la del chiste del italiano que abre la ventana por la mañana, mira y dice: «Llueve. ¡Sucio Gobierno!». El repunte de la inflación, dirán algunos, es la muestra patente del fracaso de una política económica.

Otra interpretación posible es que estas cosas pasan. Nosotros no tenemos nada que ver con esto, y no podemos hacer nada. Échenle la culpa a los libios.

No tiene mucho sentido buscar culpables. Pero parece que estamos no ante un exceso de gasto de los españoles, que no tiene lugar, sino ante un aumento de los costes, principalmente los energéticos. El petróleo estaba relativamente caro, pero no era un motivo importante de preocupación hasta que empezaron las revueltas en los países del norte de África y de Oriente Próximo.

Estas revueltas afectan a los precios de dos maneras, principalmente. Una es cortando los suministros de Libia. Pero han sido compensados rápidamente por la promesa de abastecimiento de Arabia Saudí y otros productores, a los que conviene un petróleo caro, por encima de los 100 dólares el barril, pero no mucho más caro, porque entonces la reacción de los consumidores y de sus gobiernos sería más drástica, y pondría en peligro sus ingresos.

La otra manera de influir de las revoluciones democráticas en el precio del crudo es más sutil, pero más importante: las expectativas. ¿Habrá suficientes reservas para cubrir el desfase temporal de Libia? ¿Será este largo o durará solo unas semanas? ¿Se repetirán las revueltas en otros países? Ante estas incertidumbres, los mercados reaccionan aumentando el precio del petróleo.

Y también suben otros precios, como los de algunas primeras materias y productos alimenticios. Se juntan de nuevo una demanda elevada por parte de países emergentes, una oferta que no puede crecer rápidamente (se necesita mucho tiempo para poner en cultivo nuevas tierras de labor, por ejemplo) y algunos problemas transitorios (sequías, inundaciones, reacciones inadecuadas de algunos gobiernos), que crean nerviosismo en los mercados.

¿Por qué crecen los precios en España? Por las razones que acabamos de dar: la culpa no es nuestra. Pero ¿cómo es que suben los precios en un momento en el que la demanda está bastante paralizada? Porque, a corto plazo, el consumo de energía no puede reducirse bastante (no podemos o no queremos apagar la calefacción). Si sube el precio de los plátanos, podemos dejar de consumirlos, pero cuando esto pasa con el petróleo, no hay escape a corto plazo.

¿Seguirá creciendo la inflación? Esperamos que no, a no ser que el petróleo continúe su escalada. Antes de los acontecimientos que empezaron en Túnez y Egipto ya esperábamos que la inflación se moderase después de los primeros meses de este año; ahora, seguimos confiando en que lo hará, pero se mantendrá a un nivel relativamente alto, cerrando el año alrededor del 2,5%.

¿Podemos evitar la subida de precios a corto plazo? Me parece que no. Las medidas de ahorro de energía, incluidos los 110 km/h, pueden moderar el gasto energético, pero no bajarán los precios, que no dependen de nuestro consumo, sino de la demanda y la oferta mundial.

¿Qué hará el Banco Central Europeo? Ya ha anunciado que, probablemente, subirá los tipos de interés el próximo mes de abril. No va a ser un desastre, si pasa del 1% anual al 1,25%: nadie se arruina por un mayor coste del crédito de esta magnitud, aunque, eso sí, encarecerá las hipotecas. Me parece que la reacción del Banco Central Europeo es exagerada, pero tiene miedo a que (los alemanes) le tachen de débil ante la inflación y, sobre todo, a que ese rebrote de los precios genere una ronda de nuevos aumentos de salarios, de otros precios…, y ya tendríamos la inflación disparada. Esto es posible, claro, pero me parece que el riesgo es pequeño en una Europa que aún no se ha librado de la recesión.

¿A quién perjudica esta mayor inflación? A todo el que tenga ingresos fijos. En el fondo, lo que nos está diciendo la subida de precios del petróleo es que somos más pobres: tenemos que trabajar más para pagar un barril de petróleo. Lo que podemos discutir es quién carga con ese mayor coste: los asalariados, si sus ingresos no crecen al ritmo de la inflación; los empresarios, si no pueden repercutir sus mayores costes de primeras materias, energía y mano de obra (el sector de la distribución trabaja ya con márgenes muy estrechos, por ejemplo); el Gobierno si opta por subvencionar a unos u otros (no podrá hacerlo porque no tiene dinero). Al final, nuestro problema es quién paga la factura con que nos encontramos, unas veces por nuestros errores y otras por circunstancias que no hemos provocado.

En todo caso, una inflación del 3,6% durante unos meses no es un desastre nacional, sobre todo si tenemos en cuenta que no está causada por un exceso de demanda interior y que no es probable que lleve a la temida espiral de precios y salarios.

Profesor de la IESE Business School.