LA NUEVA POLARIZACIÓN DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA

Polonia o Grecia. Malo o peor

Cuanto más se asemeja el Congreso a un arco iris, más monopolizada por los colores primarios queda la política española: azul o rojo

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JOSEP MARTÍ BLANCH

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Con un golpe de coleta Pablo Iglesias ha roto las gafas del aplicado Iñigo Errejón. Podemos se rinde a la fanfarronería del primero y sustituye el 'sí se puede', franquicia de Obama, por un eslogan nacido en el Chile de Allende, popularísimo entre los comunistas españoles: 'Luchar, crear, poder popular'.

La coherencia de Iglesias, como en toda política -vieja o nueva- viene determinada por la demoscopia. Creyó a gurús que le explicaban que el 'sorpasso' era posible si se disfrazaba de socialdemócrata y por eso alabó a Zapatero y se desmarcó del 15-M antes de las últimas elecciones. Ahora, en cambio, escucha oráculos que lo han convencido que solo es posible ser una alternativa real si se viste de marinero del acorazado 'Potemkin'.

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Entre el camino de la ilusión, la inclusión y la reforma, aunque sea radical, representada por el 'sí se puede' (el PSOE del 1982 puesto al día, vaya) o la lucha de clases más rancia en la calle, Iglesias escoge el segundo camino, estéticamente revolucionario, porque dice que hay que 'meter' miedo. Entre el puño cerrado levantado al aire de los pablistas o la 'v' de victoria dibujada por los dedos corazón índice y corazón se impone el primero. Nadie ha construido nada con la mano cerrada.

Esta será la alternativa a los socialistas que domingo culminaron su haraquiri destripándose por completo dando por buena la abstención de su grupo para garantizar la presidencia de Mariano Rajoy. El haraquiri es, en este caso, un sustantivo perfectamente aplicado: la pena impuesta entre samuráis a los que se deshonran por sus acciones.

DE EDUARDO GALEANO A MARTA HARNECKER

La oferta supuestamente progresista, queda, a la espera de hechos imprevisibles, entre los que quieren hacerse pasar por nietos de La Pasionaria, envalentonados por su propia energía y aciertos, y por los errores de los demás, y unos socialdemócratas que han dado el gobierno a Rajoy a cambio de nada y que son, en palabras del presidente de la gestora que erige el PSOE, Javier Fernández, un solar.

Malas noticias para la política que no cree en brujos ni chamanes. Simultáneamente queda destruida la credibilidad de los socialistas y emerge como única oposición con credenciales la que duerme con 'Las venas abiertas de América Latina', de Eduardo Galeano en una mesilla de noche, y 'Los conceptos elementales del materialismo histórico', de Marta Harnecker en la otra. Dorian Gray ante el espejo, vaya.

UNA DERECHA INCAPAZ DE REGENERARSE

Se abre al mismo tiempo una autopista para la derecha lepenista del “aquí mando yo porque sí y porque nadie manda como yo porque para mandar se ha de saber”. Una España del mínimo común denominador sobre la que levantar construcciones más ambiciosas se desvanece ante una izquierda que implosiona a favor de la hoz y el martillo y una derecha antigua incapaz de regenerarse porque no tiene ni interés ni aliciente para homologarse a las corrientes más liberales, pragmáticas y tolerantes del continente del que forma parte.

Cuanto más se asemeja el Congreso a un arco iris, más monopolizada por los colores primarios ha quedado la política española. Azul o Rojo. Polonia o Grecia. Malo o peor.