Pequeño observatorio

Políticos que quizá se pasan

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Empiezo este artículo con una duda: ¿Vale la pena hablar de la comparecencia de Jordi Pujol en el Parlament? Ya han pasado días, y por otro lado no me referiré a una valoración política del acto. No soy un analista de estas materias. Pero es cierto - y lo digo sin ninguna pretensión- que tengo cierta experiencia en los análisis de las intervenciones orales. Durante unos años de buen recuerdo, di cursos de expresión oral en Terrassa. Tener que enseñar tiene una consecuencia beneficiosa: enseñar te hace aprender.

El hecho de ver por televisión el parlamento de Pujol, y sobre todo las intervenciones de algunos diputados me resultó incómodo. No milito en ninguno de sus partidos, pero me pareció que Miquel Iceta Gemma Calvet eran de los pocos que hablaban con frases ordenadas, con un ritmo tranquilo y consistente. Un parlamento no puede parecer el aula de una escuela cuando se descontrola.

Que sean británicos

Yo osaría pedir a los políticos que cuando intervienen en un debate sean algo británicos, para entendernos. Algo menos exaltados. Si algún diputado quiere enfadarse en un momento concreto, tiene derecho, sin duda. Pero practicar la irritación por sistema no es hacer política, es ser actor dramático. Hablar -y no gritar-posiblemente es más difícil. No digamos Parlament, pues, sino 'Cridament'. ¿Es que no se puede hablar -y argumentar- con precisión, y si conviene con severa contundencia, lo que se quiere decir? Los arrebatos de excitación parecen teatrales. ¿Se dialogó y discutió eficazmente algún tema? ¿La sesión era para desahogarse y no para construir una crítica y defensa sólidas?

Espero que me entiendan: hablen con rotundidad sin exabruptos y escuchen sin hacer muecas - señora Camacho- cuando habla otro. No se pongan a hablar para pisar a quien está hablando. No se abalancen sobre el micrófono para abarrotarlo de palabras comprimidas que no se entienden.

La política -y todo- no es solo un qué. También es un cómo.