La rueda

¿Política o trinchera?

El tacticismo y el cálculo a corto plazo se han instalado en España y en Catalunya

JOAN SUBIRATS

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Estamos bloqueados. Podríamos pensar que es por el descanso estival. Pero no recuerdo un agosto más aparentemente político que este. Está en juego la investidura de un nuevo presidente del Gobierno después de dos elecciones generales en apenas medio año y tras casi diez meses de Ejecutivo en funciones. Y en Catalunya van pasando los meses y los nervios afloran: «O acabamos el proceso o el proceso acaba con nosotros». Pero al mismo tiempo que ello indicaría un agosto necesitado de decisiones efectivas y trascendentes, lo que predomina es el tacticismo y el cálculo a corto.

Es cierto que los resultados electorales no ayudaron en el caso del escenario político español a usar el manual acostumbrado. Pero llevamos meses de aprendizaje y de repetir elecciones, sin cambios sensibles. Y ahora todo hace suponer que esperaremos a las elecciones vascas y gallegas para ver si de allí sacamos alguna luz que nos permita evitar una nueva campaña electoral en Navidades. Más tacticismo.

En Catalunya se usa cualquier cosa para desgastar a los que están al lado. Unas estatuas, un poco de unilateralidad, una manifestación a la que acudir con certificado de soberanista... Todo se aprovecha. De hecho, se prefiere el combate con los primos que con los que no son familia. Una vez más, tacticismo a espuertas.

Bajo la afirmación de conflicto político se esconde muchas veces la maniobra de corto recorrido que permita mejorar las posiciones de uno y erosionar las del vecino. Hay más gestión y defensa de la propia trinchera que estrategia de cambio a medio o largo plazo. Rajoy o Sánchez miran más hacia dentro de sus tribus que hacia fuera. Y aquí preferimos buscar matices que permitan seguir con la lógica binaria antes que aceptar de una vez la complejidad y empezar a demostrar que la soberanía comienza por aprovechar los espacios que ya se tienen.