El futuro de Catalunya

Política y democracia

Hay que reformar y actualizar la Constitución para adecuarla al siglo XXI y sus necesidades

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NÙRIA MARÍN

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L'Hospitalet es una ciudad que se caracteriza por ser acogedora, y se ha construido con el esfuerzo individual y colectivo de las personas que hemos nacido aquí y de todas las que en su día vinieron a Catalunya buscando oportunidades. Por esta razón, quizá somos uno de los municipios más plurales y diversos de la geografía catalana y un buen ejemplo de entendimiento y de respeto pluricultural y plurilingüístico.

Este es el motivo por el que pienso que L'Hospitalet no debe quedar al margen del debate territorial que está en la calle y, como segunda ciudad de Catalunya, tenemos que jugar un papel activo en la construcción del futuro de todos los catalanes y catalanas. Por eso, el ayuntamiento ha ofrecido la ciudad como punto de encuentro y puente de diálogo entre la diversidad de sensibilidades y expresiones sobre el futuro de la relación de Catalunya con España.

El debate es demasiado importante para dejarlo solo entre dos opciones, independencia o centralismo. En la vida no todo es blanco o negro. A mí no me gusta el modelo del PP de españolizar a nadie y retroceder 60 años para centralizar el poder, ni la independencia unilateral de CiU sin definir ni explicar los pros y los contras. Tampoco me gusta el Estado de las autonomías actual, agotado y superado por los cambios de los últimos 30 años.

Todo lo que suma no resta, por eso hay que afrontar ahora un debate tranquilo, responsable y riguroso, con una mentalidad constructiva para encontrar la mejor solución en la relación Catalunya-España. Podríamos avanzar con una reforma sustancial de la Constitución, adecuándola al siglo XXI, no solo en temas territoriales y económicos, sino también participativos para garantizar que la construcción de nuestro futuro colectivo y de país esté en manos de los ciudadanos y no de los mercados.

Es necesario un replanteamiento que garantice la distribución de la riqueza y del conocimiento que atienda los principios de justicia e igualdad, que garantice oportunidades para todos. Por eso hay también que plantear el debate territorial teniendo en cuenta cuál es el modelo social y económico que queremos. Está asentando en la opinión pública la idea de que la independencia es la solución a la crisis económica. Razonamiento a mi entender erróneo o, cuando menos, confundido e incierto. Si los analistas económicos tienen dificultades para consensuar previsiones financieras de futuro a nivel europeo e internacional, ¿cómo podemos saber que en Catalu-nya nos iría mejor fuera de España?

Y añadiría aún otro debate que hay que plantearse en Catalunya. Han pasado más de 30 años desde que vivimos en democracia, hemos consolidado instituciones, derechos sociales, y hemos sido capaces entre todos y todas de modernizar el país, de avanzar, de ser una potencia europea que, en muchos ámbitos, hemos sido referentes. Y lo hemos hecho de la mano de todos los territorios, respetándonos y trabajando con la firme convicción de la justicia social, la igualdad y el progreso. Los socialistas hemos sido decisivos en la consolidación de la democracia. Y queremos continuar siéndolo.

El debate territorial por sí solo no hará mejorar la situación económica de la inmensa mayoría de catalanes y catalanas. Hay que avanzar en un modelo social, basado en el crecimiento del Estado del bienestar de forma sostenible, un modelo donde la economía esté al servicio de las personas y el poder no recaiga fraudulentamente en los mercados. Un modelo donde el ámbito público no pierda terreno frente al privado.

Hay que hablar de políticas de reactivación económica, porque a nadie se le escapa a estas alturas que, para salir de la crisis, las políticas de austeridad extremas, como las que nos impone la derecha de CiU y del PP, son contraproducentes. Es necesario un debate abierto sobre la Catalunya que queremos, porque el debate territorial no puede ocultar el fracaso de las políticas de los gobiernos actuales de Catalunya y España. Si queremos una Catalunya próspera y plena, hay que cambiar el modelo profundamente. Los partidos políticos tenemos mucho que decir y debemos hacerlo desde la responsabilidad que se espera de todos los que creemos que la política, la democracia y el diálogo son las mejores herramientas para transformar la sociedad.

Hay que escuchar todas las propuestas y buscar la mejor solución. Personalmente, pienso que una reforma constitucional que avance hacia una España federal donde Catalunya tenga un trato justo económico es la mejor opción. En momentos de crisis la lógica dice que hay que buscar sinergias a todos los niveles para salir triunfantes de las dificultades a todos los niveles, ciudadanía y estados. Es un error emprender un camino en solitario, pero no reconocer que el modelo actual no funciona y que hay que cambiarlo, es aún más grave. Alcaldesa de L'Hospitalet.