IDEAS

El altar mayor cultural

Inauguración del Museu de Málaga, en diciembre del 2016.

Inauguración del Museu de Málaga, en diciembre del 2016. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Tiene razón J. M. Martí Font cuando, en su imprescindible 'La España de las ciudades', destaca la industria y la cultura como factores clave del desarrollo y el reconocimiento.

Málaga, el polo económico de Andalucía, no dispone de otra industria que la turística, pero su enorme esfuerzo por museizarse ha convertido la ciudad en referente por sí mismo y la Costa del Sol en algo más que la primera zona residencial de lujo de Europa.

Vigo se afana por mantener su industria a pesar de la hostilidad de las administraciones central y autonómica. La transformación física de Bilbao y su imagen han ganado espectacularidad gracias al Guggenheim. En cambio, la alianza entre dos aprovechados sin alma ni visión estratégica, Rita Barberá y Santiago Calatrava, no ha aprovechado a Valencia ni ha contribuido a compensar la pérdida de la mitad de la capacidad industrial de su entorno.

Madrid actúa para reducir la competencia de las periferias en atractivo cultural

Mientras Valencia, la desdibujada, se esfuerza por asimilar y reconvertir una triste herencia imposible de ignorar y rechazar, Madrid ha tomado el relieve a Barcelona en la consideración de la cultura como infraestructura de Estado. El XX fue de Barcelona pero el XXI va siendo de Madrid, que incluso es líder en los equipamientos de vanguardia aunque no nos queramos dar cuenta.

No hay magia ni secreto, sino voluntad política: una megápolis, Madrid, imposible pero real, que actúa como convenga, y puede mucho más que nadie, para reducir la competencia de las periferias en atractivo cultural, así como para evitar el crecimiento de la industria, es decir de la población. Se trata de absorber energías en vez de repartirlas. Si Bilbao se medio escapa es por voluntad propia. Si Barcelona se conforma es por su propia desidia. Si la mirada estratégica de Martí Font acierta, la próxima batalla entre centro y periferia se va a librar en Valencia. Y la perderá Catalunya.