Al contrataque

Polifemo Mas

En este nuevo realismo mágico, Mas es el culpable de todo lo que acontece, pero también de lo que no acontece

ERNEST FOLCH

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El gran hecho diferencial del procés es que se engrandece más por sus detractores que por sus impulsores. Está ya universalmente aceptado que el independentismo se ha convertido en mainstream gracias en gran parte al ideario de Génova 13 y de todos los ministerios que contribuyen diariamente a una extraña evangelización inversa sin precedentes en la historia de la comunicación. Dicho de otro modo, hace mucho más esta insinuación militar del ministro Morenés que todos los discursos juntos de Junts pel Sí. Para llevar a cabo semejante milagro han hecho falta muchos funambulismos verbales y un catálogo interminable de declaraciones testosterónicas que los historiadores ya están recopilando para explicar un día porqué pasó lo que pasará. Este artilugio literario, con fracturas, desafíos, órdagos, derivas y otras figuras literarias, ha sido concebido para ensalzar al protagonista indudable de esta novela, el presidente Mas, normalmente precedido de un Ártur con acento en la a para que nadie se lleve a engaño.

Analistas, políticos, tertulianos y voceadores han ido construyendo un ser mitológico, una especie de Polifemo gigante en una Catalunya poblada de una infame turba de nocturnas aves. A medida que se acerca el 27-S se le atribuyen al monstruo hitos cada vez más bíblicos, y lo que antes se decía solo en voz baja en libelos paramilitares ahora se lee en medios antaño moderados: un día Mas urde un golpe de Estado, otro día convierte Catalunya en el Berlín de los nazis y estamos a las puertas de terminar en el punto donde desemboca habitualmente el argumentario ultra, es decir, el terrorismo. El Mas que dicen que ahora convierte el 27-S en su particular 23-F había adoctrinado antes TV-3, ideado las manifestaciones, impuesto el catalán en la escuela y se había servido del Barça, Montserrat y cualquier institución catalana que se les ocurra.

En este nuevo realismo mágico, Mas es el culpable de todo lo que acontece, pero también de lo que no acontece. Traducido al cristiano: en Catalunya somos un rebaño de imbéciles. Lo curioso de esta construcción es que el personaje hinchado hasta la paranoia por tantos escribientes nacionales es en realidad una figura muy discutida en Catalunya, donde ha tenido incluso que renunciar a encabezar una candidatura unitaria por culpa del rechazo que genera en algunos sectores.

La última esperanza

Pero aceptar que Mas no es la causa del procés sino solo su consecuencia, y que este seguirá, con él o sin él, sería lo mismo que aceptar que toda la construcción mitológica alrededor de él es una fantasía para torcer la realidad con fines electoralistas. Porque este sobredimensionado Mas es la última esperanza del PP para ganar las elecciones generales. Hete aquí el punto único de su programa: solo nosotros destruiremos al Polifemo.