¿Podrán con Podemos?

ENRIC HERNÀNDEZ

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Las recientes encuestas del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) Centre d'Estudis d'Opinió (CEO)y de Metroscopia, así como la inminente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)atestiguan la inaudita pujanza de Podemos, marca electoral que, antes incluso de completar su gestación como partido, ya disputa la hegemonía al bipartidismo en España y amenaza con romper la dualidad identitaria en Catalunya. En puertas del ciclo electoral más electrizante de la reciente historia, las indignadas y astutas huestes de Pablo Iglesias se disponen a asaltar el Palacio de Invierno de la partitocracia española.

Expugnar una fortaleza de tan sólida apariencia no es misión sencilla, salvo que murallas y torres estén mal apuntaladas o que los defensores yerren la estrategia. Y he aquí las preguntas que aguardan respuesta por parte de los partidos tradicionales: ¿Tienen un plan para combatir la desafección y recobrar la confianza ciudadana? ¿Cuáles son sus recetas, más allá de erigirse en baluarte frente al populismo, para convencer a los votantes de que juntos acometerán, esta vez sí, la regeneración del sistema político tantas veces prometida? ¿Podrán con Podemos?

La necesaria catarsis

Solo una profunda catarsis de partidos e instituciones podría alterar el tablero político. Que los partidos confesasen sus pecados de corrupción, depuraran a los responsables y los llevaran ante la justicia. Que desenredasen el ovillo de intereses que les otorga el control de las instituciones que deberían controlarlos. Que baldeasen el sistema antes de que los votantes los baldeen a ellos. Demasiada tarea para tan poco tiempo... y tan escasa voluntad.

Los sondeos revelan que de la nada Iglesias ha levantado un 'catch all party' que capta a a votantes de partidos clásicos y nuevos, de izquierda y de centro, soberanistas y unionistas. Pero cautiva ante todo a abstencionistas que perdieron la fe en el sistema y ahora ansían liquidarlo. Siendo el voto de castigo su primera motivación, que el programa de Podemos sea difuso o de difícil aplicación no es lo que más les inquieta. Al cabo, el cumplimiento de las promesas electorales tampoco ha sido el punto fuerte de nuestra clase política.