La rueda

Poderoso Mariano

ANTÓN LOSADA

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Nadie en la historia de nuestra adolescente democracia ha acumulado jamás tanto poder como el actual inquilino de la Moncloa. Callado, discreto y soportando con paciencia y resignación las constantes ironías sobre su falta de carisma o liderazgo, Mariano Rajoy ha llegado hasta donde ningún presidente antes. Partido, Gobierno, empresarios, medios; todos están bajo sus designios. En PP no se menea una hoja sin que el aliento marianista la empuje. Da igual que el voto sea secreto, pensionista o mediopensionista. Gallardón ya sabe que el presidente lo ha echado a los leones para divertirnos. Las boutades mediáticas del barón extremeño, José Antonio Monago, resultan esa distracción que lo hace aún más omnipotente cuando le obliga a callar donde se toman las decisiones: en los órganos del partido, no en las ruedas de prensa.

Aznar prefirió irse a Londres para abortar su presencia en una convención donde le reservaban el papel de monaguillo durante la canonización civil del líder supremo. María Dolores de Cospedal también descubre estos días que el omnipotente Rajoy la situó de secretaria general del partido para comerse marrones como el del finiquito en diferido de Luis Bárcenas, no para elegir candidatos en Andalucía. El poder de Rajoy resulta tan omnímodo que su mero reflejo obra que la propia vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría parezca igualmente invencible, aunque nadie sepa muy bien por qué.

Los empresarios ya no saben cómo suplicarle que les permita despedir más barato y pagar menos impuestos. Entre los medios de comunicación, quien no le debe algo anda a punto de pedírselo. Sindicatos y oposición están demasiado ocupados en sus cosas. Nada ni nadie se le resiste. Su problema empieza a ser aquel de Julio César: carecer de alguien cerca que le recuerde todos los días que es humano.