El poder universal de los colores

Miro por la ventana y me doy cuenta de que ha vuelto el día gris. A mucha gente no le gustan los días grises, prefieren los días de sol. Parece que, con sol, todo tiene más vida. Si yo tuviera vocación de polemista me parece que lo discutiría. Quizá me gusta el gris porque no tiene pretensiones. He consultado la enciclopedia y he encontrado esta definición de gris: "Color entre el blanco y el negro". Inmediatamente he encontrado que "blanco" es el color de la nieve. Y el negro el color del carbón, el rojo es el color de la sangre, el azul es el color del cielo...

De esta manera nos entendemos más que si los ciudadanos habláramos de la retina, de la longitud de onda... Por cierto, el blanco y el negro me parece que se escapan de esta explicación sobre cómo se forman los colores, pero soy un ignorante en la materia. Solo puedo decir si un color me gusta o no me gusta.

Los colores tienen mucho poder y a menudo se imponen a nosotros. Miremos el semáforo. El rojo nos hace detener, el verde nos deja pasar, el amarillo nos avisa de que debemos tener precaución.

Arte y colores

La venganza en esta disciplina es el privilegio de algunos artistas. Los llamados abstractos han jugado a menudo con los colores, organizando espacios geométricos irregulares de colores contrastados. Los pintores tradicionales, en cambio, se han esforzado en reproducir con la máxima fidelidad posible el verde de un prado, el gris de una nube, el azul del mar, con olas, que tenían ante sus ojos.

"Gris" es una palabra importante en nuestro vocabulario. Decimos de una persona que tiene una historia gris, quizá por no decir oscura. Su conferencia ha sido muy gris. Miquel Llor escribió una novela con este título: 'Història gris'.

Cuando yo era joven vi un espectáculo con las famosas grisettes de París. Nada de grises. Una alegre y multicolor coquetería.