Pequeño observatorio

¿Podemos saber cómo será el futuro?

JOSEP MARIA ESPINÀS

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He leído que el cambio climático nos traerá unos veranos africanos. Yo preferiría utilizar la expresión evolución climática, y no cambio, porque si este fenómeno existe será, en todo caso, un proceso, progresivo pero más bien lento. No un cambio repentino. Es lo que expuso Manuel Castro, catedrático de Física de la Atmósfera de la Universidad de Castilla-La Mancha, ante un centenar de expertos internacionales. El aumento de calor, posiblemente en forma de olas, se notará especialmente en verano, pero también en invierno. Habla, incluso, de seis o siete grados.

¿Y cuando se prevé que pasará todo esto? No se trata de una predicción para un futuro muy remoto, sino que se calcula que la variación se producirá durante la segunda mitad de este siglo. O sea, que lo experimentarán todos los que ahora son muy jóvenes. ¿Es posible? Hay un error de cifras o la noticia es una bomba. «El aumento dependerá de la conducta humana», concluye uno de los expertos, «el abanico podría resultar más amplio». ¿Aún más? ¿O sea que la generación de mis nietos es posible que esté viviendo a las puertas del desastre?

Me pregunto si no es posible que a algún experto no se le haya escapado un cero de más que haya multiplicado los cálculos. Que esto de la Tierra terminará tan mal es perfectamente aceptable. El universo no se conoce lo suficiente para explorarlo, y una exploración absoluta parece imposible por muchos avances admirables que se vayan produciendo. Pero los descubrimientos o valoraciones de un futuro alejadísimo los tendrán que hacer, creo, unos humanos también muy alejados de las próximas generaciones.

Busco en la Enciclòpedia Catalana cómo explica qué es el futuro. Dice, con una brevísima exactitud: «Que ocurrirá». Y lo amplía un poco: «Lo que ocurrirá, el tiempo por venir». No puede decir cuánto tiempo, naturalmente. El futuro es una idea presente, pero una realidad inexistente.