Periodistas acosados

Derecha e izquierda, nacionalistas y federalistas, monárquicos y republicanos enarbolan una bandera común: presionar al periodista en busca de la publicación de informaciones ventajosas

Pablo Iglesias, en la primera reunión del Consejo Estatal, ayer.

Pablo Iglesias, en la primera reunión del Consejo Estatal, ayer.

LUIS MAURI / BARCELONA

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El periodista no debe importunar ni contaminar al lector con sus problemas profesionales o personales. No es quien para cometer tamaña impertinencia. Su misión es indagar, contrastar, verificar y servir información; no otra.

Al lector le interesa conocer si en un colegio de la ciudad se perpetraron abusos sexuales contra escolares. Si los bombardeos en Siria diezman a la población civil. Cuántos millones de euros saquearon Millet y Montull en el Palau de la Música y si intermediaron en el pago de mordidas a Convergència. Si un humilde trabajador es confundido con un narcotraficante y encarcelado injustamente. Si las pugnas intestinas desestabilizan este u otro partido político. Qué entrenador sucederá a Luis Enrique

Pero lo que no le interesa en absoluto es cuántas jornadas de trabajo sordo le ha costado al periodista dar con la información. Si ha corrido riesgos en el frente. Si una fuente le engañó. Si el sistema se volvió a colgar cuando estaba a punto de cerrar la crónica y hubo de comenzar desde cero al borde de la hora de cierre... Nadie compra el diario o entra en la edición 'online' para conocer estos detalles. Del mismo modo que cuando tomas asiento en un restaurante esperas que te canten el menú y te sirvan tu elección, no que el cocinero venga a explicarte que hace mucho calor en la cocina, todo el día bregando entre hornos y fogones, y que además ayer se hizo un corte en la yema del pulgar.

LA INVISIVILIDAD ES LA MEJOR HUELLA

Salvo muy escasas excepciones, normalmente desagradables o directamente odiosas, el periodista no es noticia. No debe serlo. La invisibilidad es divisa de buena praxis periodística. La invisibilidad es una buena huella profesional.

A estas alturas ya deben de haber deducido que esta es una de esas excepciones desagradables u odiosas en las que el periodista deviene sujeto activo o pasivo de la información. La Asociación de la Prensa de Madrid ha denunciado la existencia de campañas sistemáticas de acoso de la dirección de Podemos a los informadores críticos con la línea oficial de esa formación política. Mensajes que tratan de dictar al periodista el enfoque que debe dar a su noticia. Presiones de sesgo intimidatorio si el informador no se pliega a la exigencia anterior. Apelación a la dirección de algún medio para que releve al profesional encargado de cubrir la información del partido…

LO DE SIEMPRE MÁS TWITTER

Sin rodeos: nada de todo esto es nuevo bajo el sol. Lamentablemente, esas actitudes han sido y son moneda de uso corriente en la información política en este país, y no solo en este país. Derechas e izquierdas, nacionalistas y federalistas, monárquicos y republicanos enarbolan, con semejante intensidad y contadísimas excepciones, una bandera común: presionar al periodista en busca de la publicación de informaciones ventajosas. Es lo de siempre, con el añadido multiplicador de Twitter y sus 'trolls'.

Esto no va en descargo de Podemos ni pretende diluir la responsabilidad del partido de Pablo Iglesias en un barrizal infinito de malas artes. Todo lo contrario. De lo que va es de animar a los periodistas y a sus organizaciones profesionales a abundar en la denuncia de las mordazas que los partidos políticos, los grupos empresariales, las entidades financieras y otras instancias con poder real intentan imponer a informadores y medios de comunicación. Desde el prepotente y vergonzoso ‘això no toca’ de Jordi Pujol (vergonzoso en primer lugar para los periodistas que sumisamente doblaban la cerviz) hasta el acoso de Podemos, pasando por el ‘oye, tú, hazle esta pregunta al ministro en la rueda de prensa, que la está esperando’ o el ‘te conviene saber que tengo una buena amistad con tu editor’ o el 'agit-prop' militante de las cadenas públicas, la lista de injerencias y presiones inadmisibles cobra dimensiones de libro blanco (o, mejor, negro), no de artículo periodístico.