Podemos ofrece ganar a los que han perdido
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Abrimos el manual de sobremesa, allí donde dice las características que tiene que tener un buen discurso político. Lo primero de todo, una VISIÓN que compare el presente conocido con un futuro posible. Después, CONVICCIÓN. Y ESPERANZA en que el futuro puede ser mejor. Con UNIDAD, reuniendo a las personas. El líder tiene que dar voz a las esperanzas, a las aspiraciones y a los sueños de la audiencia diciendo las mismas palabras que los otros dirían si pudieran, basándose en PRINCIPIOS que defiendan la igualdad, la dignidad y el respeto, haciéndolo todo muy fácil y entendedor, de forma que se invite a la ACCIÓN. El discurso tiene que inspirar a las personas para que actúen.
Pablo Iglesias lo sabe bien. Por eso habla de sueños. De año del cambio. De pasar de Cibeles a la Moncloa. Es decir, de la manifestación de ayer a gobernar España. Y lo hace con fuerza, ilusión e inspirando esperanza. Aquella esperanza que Erich Fromm asegura que es un elemento decisivo para cualquier intento de hacer cambios sociales, que comporten una conciencia y una vivacidad más grandes.
Un mensaje electoral efectivo no puede pasar de quince palabras. Por eso se apela a la más pura emoción populista con mensajes cortos dirigidos a las entrañas y no a la mente. En la dinámica del poder, la razón abandona la información y se sustituye por los eslóganes. Porque el voto se decide más por la emoción que por la razón.
Ayer, Podemos se dirigía a la gente que ha perdido. Ha perdido poder adquisitivo, ha perdido el trabajo, ha perdido la casa, ha perdido ilusiones, ha perdido el proyecto de su vida, ha perdido la confianza en los viejos partidos y en el sistema viendo a tanta gente que ha robado tanto. La gran mayoría de la población ha perdido. Y Podemos les ofrece ganar. Por eso muchos depositan la esperanza. De acuerdo, no tienen ni programa electoral. Pero, ¿y qué?, dice mucha gente, si la mayoría de los Gobiernos no hacen lo que han prometido. Y desde la razón se preguntan: ¿Qué puedo perder yendo con esta gente, si yo ya he perdido tanto? Cuando no tienes nada, no tienes nada para perder. Y si no pierdes, quizás ganas.
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