La decisión de Podemos

¿La fuerza morada bendecirá, sin fisuras, un giro que es ir de la derecha al centroderecha?

XAVIER BRU DE SALA / BARCELONA

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Mientras los focos distraen al personal con la ejecución torpe de un bailoteo, no visualizamos que la decisión es de Podemos. Solo de Podemos. De Podemos en bloque. Los demás van desfilando por la triste y miserable pasarela del alta política hispánica: Rivera y RajoySánchez y los agentes sociales; los banqueros; los capitanes de las multinacionales; Rajoy y Sánchez... solo faltan un par de obispos. Todo por el afán de minimizar que la clave de la investidura está en manos de Podemos. De todo Podemos, sin divisiones. Si unos cuántos votan que no, el acabose. En el episodio catalán, el papel crucial de la CUP estuvo claro desde el primer día. O acuerdo o elecciones. Tal como está el PP, o Podemos da luz verde al pacto PSOE-C’s o solo un milagro impedirá la repetición de las elecciones. El resto es exhibicionismo de mal gusto.

Pablo Iglesias y sus aliados -Podemos no es un partido- arrancan en privado los pétalos de la margarita. Apocalipsis, integración, apocalipsis, integración... Si se abstienen -y tienen que ser todos- refuerzan el extraño bipartidismo de tres que domina la política española. Si votan en contra, serán acusados de no querer el cambio y de hacer la pinza con el PP contra el PSOE. Si se abstienen -a cambio de nada- propician que el PP abandone el poder. Si optan por la apocalipsis, precipitan al PSOE en brazos del PP. Puestos a buscar una clave, los podemitas no están en situación de pedir la cabeza de Sánchez. Tampoco disponen de una bandera equivalente a la de la independencia, sino todo lo contrario. ¿Es capaz Podemos de aprobar un pacto de centroderecha centralista? ¿Y En Comú?

Que los valencianos de Compromís y los insuficientes cuatro votos de IU voten a favor del tándem PSOE-C’s, puede ser interpretado como un anuncio de la abstención de Podemos, y por lo tanto de la investidura de Sánchez. Para la gente de orden, es lo lógico. Para buena parte de Podemos, no hay otro remedio que taparse la nariz y abstenerse. ¿Y que pasa si para otros, ni que sean pocos, abstenerse es votar sí a la marca blanca del PP y traicionar el 15-M de hace cinco años que les hizo nacer y crecer? Si no se abstiene todo Podemos, solo que unos cuántos decidieran votar en contra, no hay investidura sino apocalipsis.

La derecha de Madrid y las filiales de su prensa se han precipitado certificando antes de tiempo la muerte de Rajoy. El derrumbamiento parcial del PP por la corrupción es un regalo a Sánchez. Ahora bien, que Rajoy haya pasado en veinticuatro horas de tancredo a tochazo, de estratega a espantapájaros y de amenaza real a fantasmagoría, no favorece mucho la abstención Podemos al completo. Los zombis no dan miedo a todo el mundo.

¿Bendecirá Podemos, sin fisuras, un giro que se limita a ir de la derecha al centroderecha? Es la incógnita.