¡Pobre Cristiano. Algo haremos!

ANTONIO BIGATÀ

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El titular más expresivo de la prensa de Madrid del pasado miércoles era La Fiscalía acusa a Cristiano de crear una trama para defraudar. Aun siendo transparente, tenía el defecto de casi todos los titulares del mundo: por necesidad de efectuar una síntesis no lo aclaraba todo. ¿Una trama? ¿De cuántos? ¿Quizá de 11 miembros, tratándose de fútbol? ¿Y para defraudar qué? ¿Para defraudar dinero o para defraudar a los devotos?

A la espera de ver la modalidad de celebración que nos gastará esta vez el famoso creador de posturas rotundas, tanto él mismo como sus asesores se enfrentan a  una tarea complicada. Lo mismo los abogados de Florentino. Éste, quizá imitando a sus vecinos en ese palco donde se pasan las recetas para los negocios y los asuntejos difíciles, ya ha venido a decirle al jugador a través de un comunicado oficial del club algo así como el "Luis, sé fuerte" o el "Hacemos lo que podemos" de Rajoy a Bárcenas en un trance similar, aunque él ha sido menos escueto y ha tenido la necesidad de gastar más de 90 palabras para darle la imprescindible opinión de que, visto desde las prácticas personales del presidente del Madrid, le considera inocente. 

PÁRRAFOS ENTERNECEDORES

Lo mismo, por derivación, les pasa a los comentaristas adictos. ¿Cómo burlar ahora en sus explicaciones la jurisprudencia de castigo que lograron inducir/recordar a los miembros del Tribunal Supremo para que le pusieran el suyo a Messi? Ahora se han escrito párrafos enternecedores. No tanto, quizá, como los que le dedicaron desde las proximidades del Bernabéu a Messi subrayando que por culpa de su fraude no se podían construir todos los hospitales para niños que necesitábamos.

También vale la pena recordar la incredulidad de esos comentaristas cuando la defensa del barcelonista decía que él se dedicaba exclusivamente a jugar y era su padre, también exclusivamente, quien cuidaba de los asuntos legales. Ese muro dialéctico empieza a resquebrajarse y ya hemos podido leer y escuchar que nadie puede imaginar a Cristiano dedicando "un domingo por la tarde a separar las facturas de sus contratos de imagen para intentar defraudar", cuando, dicen ahora, "Cristiano, como Messi (hay que cubrir las espaldas) o el 90% de los deportistas de élite firman lo que le pone por delante su gente de confianza".

UNA SITUACIÓN DISCRIMINATORIA

Hay un problema añadido a la hora de lanzar la campaña para que se sea comprensivo con el presunto delito de CR7: cuando se divulgó el fraude fiscal de Messi desde Barcelona nadie pidió/sugirió que no se le castigara. Ni se ha hecho después. La única queja catalana era por otra cosa: tratándose de sospechas de que eso era muy generalizado entre los futbolistas multimillonarios, ¿por qué tanta prioridad a las investigaciones de los barcelonistas? Tanta prioridad que los dos casos de jugadores del Barça ya están incluso juzgados, con las condenas de Messi (21 meses) y Mascherano (12 meses), mientras todos los demás, mayoritariamente madridistas (Cristiano, Xabi Alonso, Di María, Coentrao, Ricardo Carvalho...) aún están en lenta fase de instrucción. Eso es lo que se percibía como discriminatorio.

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Alguien debe de estar diciéndole a Cristiano, incluso ahora que amaga con su marcha, que ánimo, que algo haremos. Que la herencia moral de Don Santiago no consentirá que el verbo blanquear pueda aplicarse al dinero que un jugador del Madrid con su tradicional color de camiseta gastaba en cosas ajenas a su destino natural en Hacienda. Que el riesgo de cárcel se evaporará, aunque por poco que prospere la petición fiscal la condena puede ser de más de los dos años de prisión que no se suelen cumplir ya que la defraudación es casi el triple que la atribuida a Messi, que al final se ha quedado en tres meses por debajo de la raya.

Que, en fin, este chico que llamaba tanto la atención por su obsesión por acumular balones de Oro (que quizá tampoco declaraba pese a ser un ingreso en especie) puede acabar siendo todavía más famoso por tener más ocultaciones de oro que el futbolista rival que no le deja dormir tranquilo por las noches ni los días de partido ni los otros.