La ruta al 1-0

Plato, vaso, referéndum y poesía

El Parlament avanza entre el filibusterismo de la oposición y el estiramiento de los procedimientos para construir una vía rápida al referéndum

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SÍLVIA CÓPPULO

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Lleva razón Mariano Rajoy: un plato es un plato y un vaso es un vaso. Añado: y un referéndum es un referéndum. Calificarlo de legal o ilegal se ha demostrado inútil para resolver la cuestión. Eminentes juristas se refieren a su legalidad y enmarque en  la Constitución, y eminentes juristas concluyen lo contrario. Así pues, lo sustancial, valga la redundancia, es el sustantivo y no el calificativo: referéndum para dilucidar el posicionamiento de su población respecto a la independencia de Catalunya. Y punto. El Gobierno español, incapaz de ofrecer alternativas políticas, lo fía todo a organismos judiciales del Estado, derivando así su responsabilidad. El Parlament avanza entre el filibusterismo de la oposición –que intenta descaradamente boicotear la aprobación de las leyes que regulan el 1 de octubre y agotar la paciencia de su presidenta para hacerle perder los nervios y descalificarla– y el estiramiento de los procedimientos parlamentarios de la mayoría independentista para construir una vía rápida al referéndum.

Lecciones de democracia, las justas. Creo que es tan demócrata quien quiere ir a votar 'sí' o 'no' como quien quiere abstenerse o no ir a votar. Incluso me parece que aquellos que de buena fe creen que la cuestión catalana no debe dilucidarse en las urnas, sino en algún otro lado aún por definir, son igualmente demócratas. Otra cosa es la utilización grosera que desde la posición unionista se hace de los conceptos democracia, convivencia, golpe de Estado, etcétera. Útil, eso sí, para crear el relato y provocar una percepción social que esconda la incapacidad política y justifique sus excesos. Ahí anda la Guardia Civil frente a una imprenta escudriñando coches por si ocultan papeletas. ¡Qué imagen!

«Solo me interesa la verdad», me repite, lúcido, el gran poeta Joan Margarit en 'El divan' de Catalunya Ràdio. «Los políticos, el cine o la prensa pueden hacer trampas con ella. Pero la poesía, no. El lector sabe bien cuando un poema no contiene verdad», añade.

Advierto que últimamente andamos escasos de poesía.