Editorial

Un plató furtivo de porno urbano

Productoras extranjeras filman en las calles de Barcelona escenas de sexo

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La agorafilia o atracción por la actividad sexual en lugares públicos no es, al parecer de los expertos, la más rara de las llamadas parafilias. Es amplio el mercado internacional de los adictos a vídeos y grabaciones de sexo duro realizadas al aire libre y, si es posible, en lugares urbanos emblemáticos. En consecuencia, la satisfacción de este tipo de fantasías mueve un negocio importante, especialmente en el potente mercado de Estados Unidos desde donde se reclaman producciones europeas que habitualmente llevan a la práctica aquí empresas subcontratadas.

Es en ese marco en el que Barcelona se ha convertido desde hace años en un imán erótico. Las calles del Gòtic, la Sagrada Família o la Rambla constituyen decorados muy buscados para este tipo de filmaciones furtivas que captan entre ciudadanos sorprendidos (salvo montajes) escenas de desnudos, mientras dejan las más explícitas para interiores en locales cercanos. La ciudad es un escenario 'pacífico' para este tipo de productoras que se benefician de la benevolencia que suelen mostrar los transeúntes ante la desnudez integral de una actriz. Se aprovechan, por otro ado, de que aunque sean pillados in fraganti las multas son suficientemente blandas como para incluirlas sin problema en los gastos generales de producción.

Tanta facilidad debe tocar ya a su fin: la vigilancia ha de ser más exhaustiva y las sanciones más disuasorias. Formar parte del mapamundi de la pornografía callejera no es precisamente un privilegio .