¿Pirómanos o bomberos?

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La tarde del 13 de marzo del 2013 el cónclave eligió al papa Jorge Mario Bergoglio. Aquella noche yo cenaba con un inteligente conseller que abogó por desbloquear el diálogo con Madrid. Le dije que sería complicado: Artur Mas solo quería hablar de la consulta y Mariano Rajoy estaba dispuesto a hablar de todo menos de la consulta. Sonrió y me dijo: «Razón de más para buscar puntos de encuentro».

Tenía toda la razón, pero 16 meses después estamos exactamente igual que cuando el papa Francisco llegó a la silla de San Pedro. Mas ha demostrado, con palabras y con hechos, que su prioridad es la consulta (el resto solo es pesada intendencia) y Rajoy insiste en que la consulta planteada es inconstitucional y no se celebrará. Y salvo milagro -no lo cree ni el democristiano Josep Antoni Duran Lleida-, nos iremos de vacaciones el jueves día 31 en idéntica situación. Mientras el independentismo sube pero no llega a la mayoría (ni raspada), la crispación entre los dos gobiernos se retroalimenta. En la financiación autonómica no se ha mejorado nada (Madrid solo repara con chapuzas y la Generalitat está dedicada a montar la hacienda propia para el día D) y la leve mejora de la coyuntura económica no evita que el paro siga siendo el doble de la media europea, que baje el poder adquisitivo de las familias y que los servicios públicos se deterioren.

En este clima reseco cualquier chispa es peligrosa. Seguro que el PP cometió un grave pecado de imprudencia al hacer una campaña demagógica (recurso al Tribunal Constitucional de la mano de Federico Trillo incluido) contra un Estatut que, pese a sus defectos, había sido aprobado de acuerdo con las leyes y votado en referendo. Y que Mas pecó de temerario al firmar un pacto con ERC (par­a ser president tras haber perdido 12 diputados en las elecciones anticipadas del 2012) que le obligaba a celebrar una consulta independentista en el 2014.

Rajoy reincidió en la irresponsabilidad al negarse a negociar nada en septiembre del 2012, al igual que Mas al no entender bien las reglas de la democracia (la mayoría absoluta también existe y CiU no siempre será bisagra en Madrid) y creer que la solución business friendly es empeñarse en crear un nuevo Estado europeo que rompa la cuarta economía de la zona euro. ¡Puro dislate!

Pero hoy es hoy. Tras cuatro años de diálogo de sordos (desde la sentencia del Estatut) y casi dos de agresividad total entre los dos gobiernos (por cierto, de centroderecha los dos) el conflicto político e institucional avivado por la gasolina de la peor crisis que el mundo ha conocido desde 1929 amenaza con transformarse en un incendio difícil de controlar. La prueba es que la encuesta de un solvente diario decía el domingo  pasado que en unas elecciones españolas el primer partido catalán sería ERC y el segundo Podemos. Mi enhorabuena a Oriol Junqueras y a los anónimos e inexistentes responsables del Podemos catalán, pero no parece ese el mejor camino ni para salir de la crisis (recuperar algo el poder adquisitivo de las familias y los servicios públicos) ni para una solución no traumática del encaje de Catalunya en España.

En esta situación y con múltiples avisos, dos dirigentes mínimamente responsables no deberían enzarzarse en discutir quién de los dos es más culpable, sino que tendrían que juntar los camiones cisterna respectivos para controlar el incendio que los dos han avivado al cuidar más sus intereses electorales a corto plazo -con banderas patrióticas o constitucionales- que la gestión honesta de los recursos públicos. Quizá todavía no son conscientes de que en esta estación los bomberos son imprescindibles y los pirómanos, indeseables.