IDEAS

Piratería digital

XAVIER BRU DE SALA

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Ignoro si Youtube hace la pirula a los cantantes o se pone de acuerdo con ellos para regalar los contenidos. No soy un usuario compulsivo, y más de una y más de diez veces he temido que no se me permitiría escuchar una pieza. No me ha ocurrido jamás. Tampoco me han avisado de nada ilegal. Al contrario, cuando he buscado un tema, no solo me lo ofrecen de forma gratuita, sino que encima me facilitan un listado de sugerencias. ¿Música clásica? ¿Reyes del pop y el rock? ¡Elige y escoge gratuitamente! Si se trata de un regalo legal, por aquí se empieza.

Tampoco hay salvaguarda alguna en la Wikipedia, la enciclopedia que con tanta dedicación redactan miles y miles de beneméritos especialistas (a veces no tanto) de todo el mundo, sobre el listado de contenidos accesorios que suele haber al final de los artículos. ¿Es legal? Albergo las mismas sospechas que el resto de usuarios que se han parado a pensarlo un momento. Ni una cláusula. Nadie te dice que hagas nada malo o que perjudiques a un tercero.

De forma que, si las sospechas son ciertas, si casi todo es gratis, y no hay miles y miles de manos excepcionalmente altruistas detrás, no se precisa un parche en el ojo y un loro, no hay que craquear ni hacer un solo clic destinado a saltarse las disposiciones legales para convertirse en pirata involuntario.

Es evidente, según la nunca refutada sabiduría popular, que la ocasión hace al ladrón. Ahora bien, no se ha visto nunca en ninguna parte que entres en un supermercado, y la red no es otra cosa que un megasúper, y no haya ni cajeros. ¿Quién falla? ¿El legislador? ¿El Estado? ¿Cómo resolverlo?

Propongo, modestamente, que los banqueros gestionen los derechos de autor, estableciendo elevadísimas comisiones, durante un par de años. Seguro que de este modo no se escaparía un solo céntimo y como por arte de magia cerrarían todas las páginas que no les hicieran reverencias. Los usuarios accederíamos por la vía rápida al paraíso de la propiedad intelectual remunerada urbi et orbi.