Opinión | EDITORIAL

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Piqué, la selección y la libertad de expresión

La apelación al diálogo de Piqué reafirma su condición de ciudadano, además de estrella del deporte, que ejerce su libertad de expresión

Ramos, De Gea, Piqué y Rodrigo escuchan el himno español antes del partido.

Ramos, De Gea, Piqué y Rodrigo escuchan el himno español antes del partido. / periodico

Gerard Piqué dejó la concentración de la selección española –no podrá jugar en Israel por sanción– después de una semana en la que ha vuelto a ser protagonista, y no precisamente por sus reconocidas aptitudes futbolísticas. Y es que el central del FC Barcelona es una estrella de una personalidad casi insólita en el mundo del deporte. Un entorno en el que sus protagonistas no participan del debate público en un intento excesivo en la mayoría de ocasiones de salvaguardar su imagen, amparados en el insostenible latiguillo de que no hay que mezclar política y deporte. La tendencia, sin embargo, se ha empezado a invertir con el debate soberanista y el reférendum de Catalunya. Sobre la cuestión ya han opinado, por ejemplo, los hermanos Pau y Marc Gasol y el tenista Rafa Nadal.

Ninguno de ellos, sin embargo, ha sido víctima de los abucheos de intolerantes aficionados –durante los entrenamientos y los partidos de España– que ha recibido Piqué por su posicionamiento público, culminados el lunes cuando se incorporó a la selección tras su denuncia en Twitter de la actuación policial del 1-O. La cuestión subió tanto de tono que Piqué debió salir el miércoles ante los medios para aclarar su postura, revelando por ejemplo que no es independentista. El jugador habló con valentía y clarividencia. Su apelación al diálogo reafirmó su condición de ciudadano, además de deportista, que ejerce la libertad de expresión que reconoce el artículo 20 de la Constitución.