MI HERMOSA LAVANDERÍA

P.H.I.

Coixet

Coixet / periodico

ISABEL COIXET

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Victoria Beckham en la ONU (UNAIDS) es quizá uno de los momentos cumbre de la P.H.I. (siglas de Papanatería Hipócrita Internacional, mi nueva organización inexistente favorita). Su discurso ejemplifica todo lo malo del culto a los famosos y su vinculación a causas humanitarias. Que la ONU haya aceptado a esta mujer malnutrida (a propósito para parecer esquelética y poder lucir los anodinos modelos de su propia marca), que fue la peor voz de un grupo de mujeres que no eran precisamente Adele, casada con un jugador de fútbol guapete y mediocre y con cuatro niños, dos de los cuales ya empiezan a trabajar como modelos, y que siempre tiene cara de vinagre, dice muy poco de la organización. O dice demasiado.

El mismo día que Victoria B. hablaba en la ONU sobre lo mal que se sintió cogiendo en brazos a un bebé con sida en Sudáfrica se abría una tienda de su marca en Londres y la prensa internacional se deshacía en elogios sobre esta señora que "había preferido hablar en la ONU que estar en la inauguración de su propio negocio". Tócate las narices. Como si los dos hechos obedecieran a una casualidad y no a una deliberada estrategia de márketing lavado-de-imagen para atraer la atención a lo grande sobre los vestidos, colonias, bolsos, calzoncillos y todo lo que los Beckham quieran vender.

Porque, desearía equivocarme, se trata de eso: de vender, de conseguir que la gente olvide a la tipa que apenas podía berrear "Ifyouwannabe my lover" y que esa misma gente la haga más rica. Y si para eso hay que hacerse fotos con bebés escuálidos y mujeres enfermas, adelante. Si la ONU deja entrar a gente como esta a hablar (y no quiero reproducir partes de su discurso porque son un cúmulo de banalidades de vergüenza ajena tipo: "He tenido que cumplir los 40 para entender que tengo responsabilidades como madre y como mujer"), cuyo interés principal son ellos mismos, su ego, su vanidad, sus pretendidos sentimientos y no las necesidades abrumadoras y urgentes de los colectivos a los que supuestamente quieren ayudar, sinceramente creo que hay algo que funciona realmente mal en el mundo de las grandes organizaciones humanitarias. Y que el objetivo de UNAIDS no es acabar con el sida en el año 2030 sino "hacer como si" a través de una cortina de humo de fiestas, galas (ya hablé en otro artículo de la abyecta cena de ANFAR a la que me tocó asistir) y demás festivales que no se centran en lo fundamental: apoyar de una manera rotunda y seria la investigación sobre la enfermedad, como hace, por ejemplo, en Barcelona el equipo del doctor Buenaventura Clotet. Todo lo que no sea apoyar la investigación, que necesita una ingente cantidad de dinero, es pura P. H. I.