Permiso para ser egoísta
Merche Negro
Periodista
Pido permiso para apagar las luces y no mirar, tocar a tientas. Para poner los límites a mis intereses allí donde acaba mi piel y empieza el aire.
Pido que no me juzguéis a cada paso, y que entendáis que las decisiones tomadas son una entre millones, que siempre podía haber sido de otra manera, en otro momento, con otras personas.
Quiero ser egoísta sin que me frunzáis el ceño. Decir lo que quiero sin esperar consecuencias: si lo consigo bien y si no, reconocedme el valor de haberlo verbalizado y de no haberme escondido en los condicionales que guardo en el dobladillo de la almohada, los que no me dejan dormir a mí, ni a vosotras tampoco.
Espero que me dejéis negociar un acuerdo de mínimos si mi propuesta no es posible. Y que en ese espacio acordado podamos mirarnos, cada uno desde dentro de nuestra respectiva armadura sin culpas o arrepentimientos, y que no me reclaméis cuatro padres nuestros o cinco ave marías que rezar.
Porque el mundo se fue al carajo sí, ni de lejos es como nos imaginamos cuando no levantábamos tres palmos del suelo. Y cada uno a su manera busca dónde agarrarse para no caer durante el día. A veces nos queda una mano libre para sujetar al de al lado, no siempre. Hay días, también, en que es otro el que tira de nosotros. Y hay veces que no. Entonces entendemos que pase lo que pase, estamos solos.
Claro que el día siempre acaba en algún momento, y corremos a casa: la nuestra, la que fue nuestra y vuelve ahora a serlo veinte años después, ahora mucho más pequeña, la que podemos, la que nos dejan. Nos apoyamos en la puerta cerrada y respiramos: ya pasó. Repasamos los aciertos y errores. Y vosotras mis dudas, quedáis fuera. Oigo cómo repiqueteáis en la puerta, y os digo: “No hay espacio, tengo asuntos domésticos que atender, vade retro!“.
Si algo tenéis las dudas callejeras es la impertinencia. La mala vida os ha hecho así, tan delgadas¿ casi transparentes. Al final conseguís colaros por la rendija de mis balcones imitando el ulular del viento, engañándome.
Pido permiso para no daros audiencia. No quiero armarme de sentido común o responsabilidad y batallar. Soy mujer: Quiero el pan y lo peleo,también las rosasaunque intentéis llevároslas. Quiero poder hacer el ¡pám-pám! bajo la lluvia de Gene Kelly en el minuto 1.39 deeste vídeo, hoy que diluvia en Barcelona.
Y lo acabo de hacer, ¿no me veis bailando por el pasillo?. Ya os he ganado. Por una vez.
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