La clave

El periodismo de las buenas historias

Resulta fundamental poder sufragar la prensa de calidad que reclama el público exigente, alérgico a la banalidad y el sensacionalismo tan en boga

ENRIC HERNÀNDEZ

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Resulta sarcástico que el Día del Trabajador, este domingo, preceda en el calendario al Día Internacional de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo. Porque la gran amenaza para la libertad de prensa es justamente la ausencia de periodistas que puedan ejercerla. Según el <strong>'Informe de la Profesión Periodística 2015'</strong>, 12.200 profesionales de la información han perdido su empleo en España desde el 2008, y en cinco años el salario medio de quienes lo han conservado se ha reducido el 17%: de 32.000 a 26.000 euros brutos anuales. Menos periodistas y peor pagados.

Atribuye el tópico las dificultades de la prensa a dos causas sobrevenidas: la crisis económica del 2008, que ha diezmado los ingresos publicitarios, y la revolución digital, que multiplica la oferta informativa gratuita y vacía los quioscos. Pero ambos hechos, incontrovertibles, no bastan para entender toda la dimensión del problema. Antes de la crisis y de internet, los diarios tradicionales acusaron el impacto de la prensa gratuita --hoy prácticamente extinta-- y el agotamiento del otrora lucrativo negocio de las promociones dominicales.

AMPLIAR AUDIENCIAS

Los diarios, impresos y a la vez digitales, pierden compradores pero no paran de ganar lectores, que gracias al efecto multiplicador de internet y las redes sociales hoy se cuentan por millones. El reto del periodismo es ampliar las audiencias; el de los gestores, ayudar en ese empeño y aprender a monetizarlas. Todo ello para poder sufragar el periodismo de calidad que reclama el público exigente, alérgico a la banalidad y el sensacionalismo tan en boga.

Cientos de miles de lectores han devorado esta semana en la web de El PERIÓDICO el relato de Carles Cols sobre las productoras de <strong>cine porno</strong> que ruedan furtivamente en las calles de Barcelona. Y también el drama de Olga, la niña agredida por su madre ante el vecindario, narrada por Guillem Sànchez y Teresa Pérez. Dos buenas historias, tan interesantes para los lectores digitales como para los adictos al papel. La esencia del periodismo, sea digital o impreso, sigue siendo la misma: contar buenas historias. Lo demás son excusas.