El futuro del Peñón

Gibraltar español, ¿para qué?

Lo peor de todo es que si España se sale con la suya todavía no se sabe quién va a resultar beneficiado

Una mujer camina por el lado español de la frontera entre España y Gibraltar, con el Peñón al fondo, en La línea de la Concepción, el 1 de marzo.

Una mujer camina por el lado español de la frontera entre España y Gibraltar, con el Peñón al fondo, en La línea de la Concepción, el 1 de marzo. / periodico

ANDREU PUJOL MAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La primera impresión que se tiene al llegar a Gibraltar tiene que ver con la libertad. Aparcamos delante de la catedral anglicana y empezamos a vislumbrar la gran vitalidad de la comunidad judía en el casco antiguo de la ciudad. Mientras en varias ciudades europeas la kipá, por miedo, se oculta debajo de gorras y los templos y las escuelas resultan fortificaciones inexpugnables, aquí los judíos pasean tranquilamente por una Main Street solitaria bien entrada la madrugada del 'sabbat'.

Si bien Felipe V hizo incluir en el Tratado de Utrech que no se permitiera «por motivo alguno que ni judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar», el Reino Unido nunca cumplió esta cláusula, lo cual fue utilizado como pretexto para los varios asedios españoles al Peñón

PRESIÓN CONSTANTE

Hoy en día personas de orígenes y religiones variadas conviven con tranquilidad trabajando entre iglesias católicas, metodistas, anglicanas, presbiterianas, mezquitas y sinagogas. Sufren, todos ellos, los asedios del siglo XXI. Un miembro de la diplomacia gibraltareña nos cuenta cómo les afecta la presión constante que ejercen las autoridades españolas en la frontera, provocando, de forma deliberada, colas interminables de hasta tres horas y haciendo incursiones aleatorias por mar con afán provocador.

Se le nota preocupado por las consecuencias del 'brexit' y teme, con razón, que con este pretexto España aumente la intensidad del acoso. Supone que lo que quieren es que, en el transcurso de una generación o dos, la ciudadanía de Gibraltar se canse de vivir en una tensión constante y termine cediendo su soberanía. A este fin se destinan nuestros impuestos en aquella parte de la península Ibérica. 

Lo peor de todo es que si España se sale con la suya todavía no se sabe quién va a resultar beneficiado. Los ciudadanos de Gibraltar seguro que no van a salir ganando ni en libertad, ni en prosperidad, ni en calidad de vida. Los pueblos andaluces de los alrededores, tampoco.