Geometría variable
¿Peor que ayer pero mejor que mañana?
Es surrealista que el Govern no se explique sobre la marcha de bancos y empresas
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
El domingo dije que escribía con miedo creciente a algo irreparable. Todavía no hemos llegado, pero ya estamos en lo de 'peor que ayer pero no tan mal como mañana'.
El lunes la carta de Puigdemont a Rajoy no contestaba a la requisitoria sobre si había habido declaración de independencia. La explicación oficiosa es que el president no puede humillarse. ¿Se rebaja el 'president' si le dice al Gobierno de España lo que todos pudimos ver y que los concentrados en el paseo Lluís Companys captaron al momento? Que, como dijo Miquel Iceta, el 'president' suspendió una declaración de independencia antes de realizarla. ¿Humillación u otra supeditación a los hiperventilados?
Y este «ejercicio de dignidad» coexistía extrañamente con el momento en que más de 500 empresas anunciaban el traslado fuera de Catalunya de su sede social y en que Adeslas-Segurcaixa retiraba al Parlament el seguro que lo cubría. Todo por no admitir lo que el profeta Artur Mas ya ha acabado reconociendo, que Catalunya no está preparada para la independencia real y que una declaración de independencia carece de sentido si nadie te reconoce como un nuevo Estado.
Pero lo más surrealista es que cuando los dos bancos del país han tenido que cambiar de domicilio y lo mismo han hecho empresas como Catalana Occidente, Axa, Abertis, Gas Natural, Planeta y otras de tamaño más mediano, el Govern se niegue a comparecer en el Parlament para explicar la situación. Todavía más cuando los datos de libros y entradas de teatro vendidas y la caída de reservas hoteleras para los próximos meses hacen temer que el choque de trenes acabe en crisis social y recesión económica. En lo que tenía que ser la Holanda del sur, el Parlament no celebra ningún pleno ordinario desde hace más de un mes.
El ‘teorema Forcadell’
Pero cuando el separatismo ha alcanzado su máximo nivel de incompetencia, surge algo que en Catalunya nunca falla: el 'teorema Forcadell'. Llega el Estado y en una decisión incomprensible mete en la cárcel de Soto del Real a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. Madrid dice que el poder judicial es independiente. De acuerdo, pero la fiscalía no. Y hay gente sensata en Catalunya que me dice que no debe tolerarse que la Guardia Civil y una secretaria judicial queden atrapados en la Conselleria d’Economia y tengan que salir –horas después– por la puerta trasera del Coliseum.
Vale. Pero parece que el delito imputado no es competencia de la Audiencia Nacional sino de los juzgados de Barcelona. En todo caso, la prisión provisional es excepcional. Nadie debería entrar en prisión antes de ser condenado en un juicio con todas las garantías. Es algo que la mínima cautela haría aconsejable recordar al encausar a dos líderes sociales del independentismo en una Catalunya en plena ebullición. Rajoy dice que vivimos la peor crisis constitucional de la democracia. Pero parece que –inasequible al desaliento– alguien en la Audiencia Nacional actúa con impunidad como si fuera un agente emboscado de ese comité secreto que asesora a Puigdemont.
Peor que ayer, pero…
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