Dos miradas

La pena negra

Miedo en la Mina. A finales de enero fue asesinado un joven gitano a manos de miembros de otros clanes. Ramona, su madre, mostró dolor y ansia de venganza: «Que la justicia los coja antes que nosotros».

Víctimas 8 Ramona, la madre del joven gitano asesinado, explica la situación de los Baltasares en su casa de la Mina, el pasado 6 de febrero.

Víctimas 8 Ramona, la madre del joven gitano asesinado, explica la situación de los Baltasares en su casa de la Mina, el pasado 6 de febrero.

EMMA RIVEROLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Me estoy poniendo de azabache carne y ropa», escribe Federico García Lorca en su 'Romance de la pena negra'. Y ella, Ramona, pañuelo negro, vestido negro y ánimo negro, juzga, como si solo rigiera la ley de del desconsuelo. Pena de muerte. De su boca brota la condena. Baltasares contra Pelúos, Zorros y Manuel. Porque, para ella, en su tierra anclada en el romancero de Lorca, el mundo se divide en clanes. Y la muerte de un hijo exige venganza. Su gesto está cargado de años. O quizá de siglos. O quizá de la humanidad entera. Es áspero, como solo puede serlo la amargura.

Pena negra. Pena de muerte. Y las palabras negras saben a la tierra que ha acogido a su hijo, a la reyerta que lo llevó a la tumba, a la sangre derramada, a la piel rasgada por una botella rota. Tenía 26 años. Y ella le lloró. Y convirtió sus lágrimas en cristales. Miles de vidrios de cantos afilados que cabalgaron sobre el viento en busca de desquite. Cerremos ventanas. Cerremos puertas, sellemos las cerraduras, que no entren, que no nos encuentren. Pero siempre hay rendijas y solo queda la huida.

Casi 500 personas huyen de sus hogares. Porque el barrio huele a muerte y la venganza recorre todas las calles. Y los cristales negros acechan en cada esquina y saben muy bien a dónde van. Pena de muerte, ha sentenciado ella. Porque han matado a mi hijo. Porque llevo la pena negra.