Pelotas

MARTA ROQUETA

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El domingo 5 de julio se celebra la final del mundial de fútbol femenino. Disputado en Canadá, su denominación oficial es FIFA Women’s World Cup. El campeonato mundial de fútbol masculino celebrado el año pasado en Brasil recibió el nombre oficial de FIFA World Cup. Nótese que, en la competición femenina, se ha incluido la palabra 'women' (mujeres), mientras que en la masculina no hay ni rastro del 'men' (hombres). Esta denominación no deja de ser curiosa, teniendo en cuenta que la Federación Internacional de Natación (FINA) sí que introduce 'Men’s' o 'Women’s' en la denominación oficial de todas las competiciones de waterpolo.

La diferencia de criterios puede parecer anecdótica, pero no lo es en absoluto: teniendo en cuenta que el deporte masculino ocupa la gran mayoría de tiempo y espacio en las secciones deportivas de los medios de comunicación, añadir este matiz nos recuerda que las mujeres también practican deporte

El mundial de fútbol de Canadá se está jugando en césped artificial, algo que en su día suscitó las quejas de numerosas estrellas del balompié femenino. Más de sesenta jugadoras presentaron una demanda contra la FIFA ante el Tribunal de Derechos Humanos de Canadá por un hecho que consideraban que no sólo aumentaba el riesgo de sufrir una lesión, sino que era discriminatorio. El mundial masculino de Rusia de 2018 y el de Qatar de 2022 –también el mundial femenino de Francia de 2019– se seguirán jugando sobre césped natural.

Más allá del terreno de juego, otra de las polémicas del mundial han sido las pruebas de verificación de sexo a las que han sido sometidas las deportistas. Según el protocolo de la FIFA que regula esta práctica, las hormonas androgénicas –como la testosterona–, aumentan la fuerza, la potencia y la velocidad, de modo que pueden dar una ventaja en cuanto al rendimiento deportivo se refiere. No obstante, la comunidad médica asegura que no existe ningún nivel de testosterona o de cualquier otra hormona que indique si alguien es hombre o mujer. Además de controles hormonales, la FIFA insta a detectar “cualquier anomalía de las características sexuales secundarias”, es decir, mayor musculatura o vello corporal en el caso de los hombres o pechos y caderas anchas en las mujeres. Teniendo en cuenta los criterios de la FIFA, las voces contrarias a las pruebas sostienen que la organización utiliza parámetros asociados a concepciones predefinidas sobre la feminidad y la masculinidad para determinar la condición de una persona. Además, esta definición dual excluye las personas intersexuales, que poseen genitales ambiguos o incluso rasgos genéticos atribuibles a ambos sexos.

Así pues, la realización de estas pruebas no sólo supone cuestionar el rendimiento deportivo de una persona en base a concepciones de dudoso rigor científico, sino que pone en duda su condición sexual. Todo este proceso se realiza a menudo bajo el escrutinio de la opinión pública. Un ejemplo de ello es el de Park Eun Sun, que ha competido en el mundial con la selección de Corea del Sur. En el 2013, y siendo máxima goleadora de la liga del país asiático, su metro ochenta de altura y los más de setenta quilos de peso hicieron sospechar sobre su condición de hombre a los entrenadores rivales, que amenazaron con el boicot al campeonato si no se la sometía a pruebas para determinar su sexo. Como ya había pasado el test a los quince años, el asunto quedó zanjado. La futbolista declaró haberse sentido “humillada” y añadió que ya había pasado pruebas de verificación en copas del mundo y juegos olímpicos.

Para no terminar con mal sabor de boca, un dato positivo: el videojuego 'FIFA 16' incluirá, por primera vez, la posibilidad de escoger entre doce selecciones femeninas para jugar. Un avance es un avance. Ni que sea en el mundo virtual.