La crisis de la sELECCIÓN ESPAÑOLA DE FÚTBOL

A la pelota no se la engaña

ANTONIO
BIGATÁ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La grave crisis de resultados de la selección, tanto la absoluta como las de las categorías jóvenes, se vive en España con enorme desconcierto. Los analistas de Madrid no quieren confesar que lo que ocurre se debe simplemente al cambio de ciclo del Barça. No lo hacen porque eso equivaldría a reconocer que los años gloriosos de la selección fueron un simple subproducto de los años gloriosos del modelo barcelonista. Y tampoco pueden hacerlo porque equivaldría a reconocer su estupidez al conspirar y trabajar para matar lo antes posible el ciclo del Barça, ya que por esa vía estaban matando la marca futbolística  España.

Hay mucha desorientación.  Ahora, tras valorar como importante la discreta victoria frente a Luxemburgo -«¡es el principio de la recuperación»!, dicen- sostienen, ciegos, que tras el desastre del Mundial de Brasil y la derrota en Eslovaquia «hay que revisar nuestra patente de fútbol de toque». Aludo a su falta de vista porque es evidente que Del Bosque por su cuenta y riesgo ya intentó hacer eso en Brasil hace unos cuantos meses. Pero lo hizo mal. Llevó una selección de tocadores, pero en vez de hacerles jugar con su propio estilo (a través de la posesión de pelota, la precisión en el pase corto, la creación de espacios a partir del férreo control de la zona ancha en campo contrario) les ordenó enviarle pelotas largas a Diego Costa. Y en Eslovaquia y Luxemburgo insistió con el nuevo modelo aunque proporcionándole un ayudante a Costa: Paco Alcácer.

Del Bosque ya ha hecho el cambio y, por lo visto hasta ahora, ha conseguido engañar a muchos cronistas, comentaristas y seguidores, que creen que España intenta jugar a lo mismo que antes.  En cualquier caso, a quien no ha conseguido engañar es a la pelota. Si quien toca la pelota le pide a ésta que vaya directa y con fuerza hacia adelante para ver si la caza Costa (o antes los del «A mí, Sabino, que los arrollo») lo que sale es el viejo fútbol-raza que tanto gustaba a los españoles en los años del franquismo. Si se le pide a la pelota que se pegue al pie y caracolee dibujando filigranas, lo que sale es el fútbol andaluz preciosista (y algo pijirili) que practicó Isco en el partido en que la selección sub-21 fue eliminada del Europeo y los Juegos Olímpicos de Río. Si se le pide a la pelota una de esas dos cosas, en ningún caso se consigue engañarla, en ningún caso empezará a moverse en plan tiki-taka.

Del Bosque falla en el enfoque. Con Silva, Cazorla y compañía únicamente se puede hacer lo mismo, pero peor, que antes hacía  Xavi. Y si la apuesta es el fútbol-raza pivotando en el individualismo de Costa, también se equivoca de siglo. La solución puede estar en la tercera vía de un tiki-taka evolucionado, lo mismo que intenta desarrollar (aunque en fase todavía embrionaria) Luis Enrique en el Barça. Eso puede lograrse con un centro del campo muy sólido y físico pero con hombres de mucho dominio técnico (lo que comporta más protagonismo para Koke en la selección para hacer lo de Rakitic en el Barcelona) y muchísima velocidad ejecutoria delante gracias a las incorporaciones continuas de los laterales. Hasta ahora todo esto no lo hace nada bien la Roja. Es posible que Del Bosque tenga que esperar  para ver cómo afina ese esquema Luis Enrique, del mismo modo que Luis Aragonés supo esperar a ver cómo acababa planteando Guardiola el modelo final del tiki-taka clásico.