GEOMETRÍA CIUDADANA

Pedro Sánchez irá a por todas

ILUSTRACION GEOMETRIA CIUDADANA JOAN TAPIA

ILUSTRACION GEOMETRIA CIUDADANA JOAN TAPIA / periodico

JOAN TAPIA

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El miércoles Patxi López fue elegido presidente del Congreso y ya se sabe que la ronda de contactos de Felipe VI previa a la designación del candidato a presidir el Gobierno durará toda esta semana.

Los nervios afloraron la misma noche del 20-D. Mariano Rajoy fue a la monumental tribuna que el PP había montado ante la sede de Génova para festejar la victoria, pero 123 diputados, 63 menos que en la anterior legislatura y a 52 de la mayoría absoluta, eran bastantes menos que los 140-145 que se acariciaban. Y sumando a Ciudadanos se quedaban en 163 (a 12 de la mayoría absoluta). ¡Alarma!

La portavoz de Angela Merkel la oficializó al decir que solo podía felicitar al pueblo español porque no se sabía quién había ganado. Y ahí seguimos. El tan criticado bipartidismo tenía ventajas. Era de facto un régimen 'cuasipresidencial' y la noche electoral ya se sabía (nunca falló) que quien encabezaba la primera lista era el próximo presidente. La misión de Miquel Roca (y sucesores) era hacerlo posible ('peix al cove' mediante) si no había mayoría absoluta.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El l\u00edder socialista","text":"\u00a0cree que ahora juega Rajoy, pero apuesta por lograr luego un pacto laborioso con Podemos e incluso con Rivera"}}

Ahora, en vez de dos, hay cuatro partidos 'nacionales' con más de 40 diputados. Es un régimen parlamentario en el que el presidente no será forzosamente el que haya quedado primero, sino aquel que logre el suficiente consenso mayoritario. Y en este caso la tarea será ardua porque las combinaciones de centro-derecha (PP más C¿s) e izquierda (PSOE, Podemos e IU) se quedan en 163 y 161 diputados. Y los diputados catalanes (de CDC o ERC) cuentan menos porque quieren la independencia exprés.

DERROTA INÉDITA

Se inicia un inédito proceso parlamentario. Lo lógico es que última semana de enero (la primera de febrero a todo estirar) haya la primera sesión de investidura con Rajoy como candidato. Es imposible que tenga la mayoría absoluta. Y es difícil que 48 horas después, en la segunda votación, logre más síes que noes.

¡Lo nunca visto! El candidato habrá sido derrotado en las dos votaciones. La histeria se puede disparar. Lógico en parte por la ausencia de precedentes pero también porque se abre un camino incierto y quizás (repito, quizás) implique el fin del actual líder de la derecha.

Lo previsible entonces es que Felipe VI llame al líder del segundo partido, el PSOE. Y Pedro Sánchez se lanzará. Ha repetido que los socialistas no permitirán (absteniéndose) la investidura de Rajoy porque las políticas que defienden son muy distintas, porque no quieren dejar la izquierda en manos de Podemos y que no se dan las condiciones para una gran coalición a la alemana porque, al contrario que la CDU, el PP practicó con saña la política de acoso y derribo contra Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Sánchez Castejón recurrirá, pues, a su característica determinación, que le permitió ganar las primarias socialistas e imponerse a muchos barones, incluida Susana Díaz, que no le quieren. Tiene ambición y mira a Portugal, donde gobiernan en solitario los socialistas (que no ganaron) tras pactar un programa de rectificación social con un partido tipo Syriza y los antieuropeos del partido comunista. Y cree que si al final no se sale debe quedar claro que no es por culpa del PSOE, sino de Podemos.

DISPUESTO A NEGOCIAR A FONDO

No será fácil. El PSOE está inmerso en el grupo socialdemócrata europeo y Podemos es una izquierda protestona que cree que Bruselas encarna el mal. El PSOE sabe --Zapatero lo experimentó-- que gobernar comporta renuncias y Podemos predica la virginidad de los antisistema. Y encima Pablo Iglesias está montando en un partido improvisado y en tres coaliciones territoriales en Catalunya, Valencia y Galicia. Y se sienten muy frustrados --esta semana se ha visto-- por no haber podido formar cuatro grupos parlamentarios.

Pero Pedro Sánchez, pese a las críticas de la derecha y al escepticismo de muchos barones, va a negociar a fondo con Pablo Iglesias. Cree que hay margen para un programa de rectificación social (siempre respetando los números de Jordi Sevilla), y que a Podemos --le guste o no-- le podría costar caro ir a elecciones por no haberse entendido con un PSOE que le tendía la mano.

Baraja dos esquemas: gobierno de izquierdas, a la portuguesa, o gobierno de cambio, contando con Podemos para las medidas sociales y con Ciudadanos para la regeneración democrática.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Habr\u00e1 mucho ruido","text":"\u00a0porque es la primera vez que funcionar\u00e1 el r\u00e9gimen parlamentario y el PP puede acabar fuera de la Moncloa"}}Miquel Iceta hizo los números la otra mañana  en RAC-1. La derecha suma 163 votos y la izquierda 161. No hay, pues, mayoría de izquierdas. Deben conseguir la abstención --como mínimo-- de Podemos y/o del PNV, que no es independentista. ¿Puede abstenerse Albert Rivera? No le interesan nuevas elecciones. Y es difícil --aunque no imposible-- que CDC y ERC se sumen al PP contra Sánchez.

En su entorno dicen que Sánchez sabe que tiene solo un 40% de 'chance', pero que cree que si fracasa saldrá fortalecido ante otra cita electoral. Y nadie aboga en el PSOE por otro escenario, aunque la andaluza Susana Díaz querría ser candidata.

Pero repetir elecciones sería decir a los electores que se han equivocado. En el último momento --con los mercados más alterados-- quizás sería posible no la gran coalición (como existe de jure en Alemania y de facto en Europa), sino un doble compromiso. Rajoy se iría como Artur Mas y el PSOE se abstendría en la investidura de otro candidato del PP que se comprometiera a abrir una ponencia de reforma de la Constitución y a alguna otra cosa. El señor X del PP gobernaría en solitario, el PSOE seguiría en la oposición.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Cuando se apuesta por tomar altos riesgos","text":"La econom\u00eda preocupa m\u00e1s.\u00a0Mariano Rajoy\u00a0ha tenido \u00e9xitos y la devaluaci\u00f3n interna era obligada. El entorno de\u00a0Jordi Sevilla\u00a0defiende una inflexi\u00f3n pero sin romper la disciplina europea. Pactando con Bruselas. Y aseguran que cambiar la reforma laboral no implica anular sus aspectos positivos: facilitar el ajuste renegociando salarios y no con despidos masivos. Los analistas econ\u00f3micos tienen confianza en Servilla, pero temen a Podemos. La r\u00e9plica es que todo es distinto tras la rectificaci\u00f3n de la Syiriza griega. Y es cierto que los economistas de Podemos en la reciente jornada de la Costa Brava que organiza\u00a0Anna Balletb\u00f3\u00a0lanzaron propuestas \"cuidadas\"."}}