La encrucijada catalana

El PDC en la política ficción

El nuevo nombre de los convergentes tiene escaso valor informativo: todos los partidos son demócratas

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ALBERT BRANCHADELL

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Uno de los temas estrella en el congreso extraordinario de Convergència Democràtica de Catalunya fue el nuevo nombre del partido. El responsable de comunicación de CDC, Jordi Cuminal, vio rechazadas sus dos desafortunadas propuestas (Més Catalunya y Catalans Convergents). En un segundo intento de bautizo, tres denominaciones llegaron a la gran final (Junts per Catalunya, Partit Demòcrata Català y Partit Nacional Català). Y, como es sabido, la militancia acabó optando por la sigla PDC. En este periodo vacacional, propicio para la lectura o relectura sin freno, uno tiene la curiosidad de saber si alguna de las novelas de historia ficción sobre el proceso independentista aventuró algún nombre parecido a este para el partido sucesor de CDC.

En su libro Tres en ratlla, Santi Baró narra a ritmo de thriller los hechos del día de la proclamación de la independencia, el 7 de junio de un año no especificado. ERC se ha convertido en el Partit Independentista (un posible homenaje al efímero Partit per la Independència de Àngel Colom) y en lugar de CiU tenemos al Partit Nacionalista. (Lo que ocurre en la ficción tiene su lado realista: el PI desafía al PN con una declaración unilateral de independencia y el PN acaba imprevistamente votando a favor.)

'A REVEURE, ESPANYA'

En el caso de Jordi Cussà, su libro A reveure, Espanya reúne las informaciones recogidas en el 2038 por la nieta de la primera presidenta de la Catalunya independiente, proclamada en el 2018. En el 2018 CDC todavía se llamaba CDC. El acierto de Cussà es pronosticar la ruptura entre CDC y UDC, que en las elecciones del 2015 ya se presentaron por separado, y predecir que CDC asumiría «sin complejos» la causa independentista.

En términos onomásticos, Crònica de la independència, de Patrícia Gabancho, es la novela que se acerca más a la realidad. El libro edita los supuestos papeles reunidos por un historiador (Daniel F.G.) en el 2037, 27 años después de la proclamación de la independencia. En las elecciones previas a esa proclamación se presentan los partidos de toda la vida con sus nombres de toda la vida, empezando por Convergència i Unió. Pero en el 2037 el sistema de partidos ha cambiado mucho y CiU ya no existe. Siguiendo el consejo de Jordi Barbeta, el 2 de marzo del 2037 Daniel F.G. entrevista a Gabriel C. Maragall, nieto del president Maragall y diputado en el Parlament por el Partit Demòcrata de Catalunya, y le hace esta pregunta: «He d'entendre que el Partit Democràtic Català és el que abans era Convergència?» (nótese la vacilación en el nombre). Respuesta de Maragall: «És el que abans era el catalanisme central. Està en l'òrbita de la democràcia social, amb matisos més avançats o menys, segons les èpoques. Gent de l'espai de Convergència, gent del PSC, gent d'Esquerra…». En una respuesta posterior, Maragall reconoce que una parte de la antigua CDC se fue al Partido Liberal, que también congregó a una parte del PP y a bastante parte de Unió.

LOS PARTIDOS QUE SE LLAMAN 'NACIONAL'

Gabancho acierta en el nombre, pero no en la relación del PDC con CDC. El PDC gabanchiano es un pal de paller que ocupa el espacio de la sociovergencia («un centre amb sensibilitat social»), no un partido independentista diseñado por la cúpula de CDC para competir con ERC. Premio onomástico para Gabancho, pero amonestación a CDC: más allá del disgusto de Demòcrates de Catalunya, es evidente que los tres nombres finalistas en el cónclave convergente son sonoros plagios de sendos nombres ya existentes. Junts per Catalunya recuerda poderosamente a Junts pel Sí, con la diferencia de que Junts pel Sí reúne a unos cuantos partidos y en Junts per Catalunya los convergentes solo se habrían juntado consigo mismos. El Partit Nacional Català recuerda poderosamente al Scottish National Party (de hecho, en el mundo hay como 20 partidos que se llaman «nacional»). Lo de Partit Demòcrata tampoco es nada original; es una copia confesa del Democratic Party de Estados Unidos, del Mishintô (Partido Democrático) japonés, del New Democratic Party canadiense o del Partito Democratico del primer ministro italiano Matteo Renzi.

En resumidas cuentas: CDC ha pasado de tener un nombre único (si descontamos un partido de Santo Tomé y Príncipe, en el mundo no hay ningún otro partido que se llame Convergencia) a copiar un nombre que no solo utilizan ya otros partidos sino que tiene un escaso valor informativo (todos los partidos catalanes son partidos demócratas). CDC renunció a otros posibles sustantivos tan originales como Convergència (a uno se le ocurren Aplec, Agermanament o Sometent) y también a otras estrategias denominativas (utilizar un verbo como hacen Podem, Avancem o la plataforma Construïm, o incluso un adverbio como hace ese partido checo que se llama Sí). En lo onomástico como en lo ideológico, CDC ha optado por la vulgaridad.