Dos miradas

La patria y Valls

Me fascina la distinción que hace Manuel Valls de nacionalismo y patriotismo. El primero, dice, puede ser la guerra y el segundo es amar a tu país

El exprimer ministro francés Manuel Valls.

El exprimer ministro francés Manuel Valls. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Confieso que me fascina el interés de Manuel Valls, el exprimer ministro francés, en participar activamente en el problema catalán. Se debe sentir impelido por los orígenes, supongo. Y me fascina sobre todo por la distinción que hace entre el nacionalismo y el patriotismo. El primero puede ser la guerra, dice, porque habla de la voluntad de imponer unas ideas. El segundo, en cambio, es amar a tu país.

Pero la gracia es que, para ilustrar el nacimiento de la idea de patria nos remite a la «construcción de un estado jacobino, centralizado». Lo explica en la interesante entrevista que le hace José A. Sorolla en este diario. «Fue muy duro, pero se construyó una identidad francesa muy fuerte». Las patrias se hacen así, a base de palos y de imposiciones. Las patrias, las consolidadas, nacen del nacionalismo que las dio a luz y al que necesitan recurrir como una hoja necesita la savia como líquido nutritivo. Por eso Valls manifiesta que espera que «en España se pueda volver a hablar de nación y de patria». Una cosa es la identidad regional (controlada y permitida) y otra –más elevada, inocua en su inmanencia, en su calidad de cosa estable, según Valls– es la patria.

No estaría mal recordar, aquí, unos versos que acaba de publicar Salvador Oliva. Dicen: «Patria es una palabra sucia de sangre y porquería, / y también muy gastada, y los que la invocan, / la usan como pretexto de sus locuras». Esto es la patria, monsieur Valls.